Pasión. Esa es la sensación que transmiten Isabel Sauceda y Antoni Canalls cuando hablan del proyecto que dirigen junto con Eudald Carbonell, que también es codirector de Atapuerca. "No puedes hacer una diferencia clara entre vida profesional y personal. Es una dedicación absoluta", dice Canalls --de la Universidad Rovira i Virgili de Tarragona--. "Es nuestra profesión", apostilla Sauceda. Estos arqueólogos, a diferencia de Carbonell, trabajan durante todo el año en la región.

Al describir a esos pobladores que vivían en Cáceres hace un millón de años, Canalls defiende que aunque poseían el modo técnico uno, es decir que crean sus herramientas con piedras aprovechando los recursos que tenían en su entorno, no eran unos salvajes. "Una sociedad que tiene tecnología sabe gestionar bien esos recursos. Combatimos la imagen del salvaje porque aunque sean homínidos que viven en función de los recursos que encuentran, también son organizaciones sociales que no están sometidas sólo a la naturaleza", dice Canalls.

El hombre de hoy es muy superior técnicamente, añade, pero no socialmente "porque esas dos realidades no evolucionan de forma paralela. Tenemos tendencias tan agresivas y destructoras como las podía tener un homínido hace un millón de años".

EL RETO

Tanto Isabel Sauceda como Antoni Canalls no pueden evitar esbozar una sonrisa cuando se les pregunta sobre la posibilidad de hallar restos de homínidos en la región. "Esa es una pregunta sin respuesta pero si tienes la tecnología, tienes la presencia de homínidos, encontrar al homínido es cuestión de tiempo, el cuándo es impredecible", dice Sauceda. Aunque en Extremadura ya se ha constatado que hubo presencia de estos pobladores hace entre medio millón y un millón de años, la prueba antropológica aún no ha llegado.

"Ese tipo de descubrimiento aporta ese plus que permite decir: ésto no sólo lo han hecho los humanos sino que sabemos qué humanos lo han hecho. Atapuerca no sería lo mismo sin los restos humanos", dice Canalls.

El planteamiento del Proyecto Primeros Pobladores en Extremadura sigue el mismo patrón que el de Atapuerca, una iniciativa de gran envergadura que implica a instituciones locales, provinciales y regionales y también a la universidad extremeña. "Las administraciones te apoyan, es indiscutible, pero ese apoyo no es ninguna garantía, tienes que pelearlo continuamente porque los proyectos crecen y los recursos disminuyen", dice Canalls.

La envergadura de este proyecto convierte a la región en un importante foco sobre la investigación del periodo Paleolítico en Europa, según explican Sauceda y Canalls.

Que el proyecto naciera en Malpartida fue fruto de la casualidad. Isabel encontró en el año 1999 restos de industrias paleolíticas en Vendimia --cerca de Los Barruecos--. Ese hallazgo fue objeto de una prospección arqueológica que puso de manifiesto el potencial que había en la zona y fue la Consejería de Cultura la que en el año 2000 apostó por respaldar ese proyecto.

"Lo que se está gestando en Extremadura es algo que emana de lo que se está gestando en Atapuerca. Atapuerca es muy importante, Extremadura será muy importante porque toda la actividad que se lleva a cabo está orientada de forma paralela, aunque cada una tiene sus particularidades", dice Canalls.

Respecto a los recursos con los que cuentan para trabajar, ambos aseguran que son los mínimos para funcionar. La formación ha sido uno de los capítulos más destacados de este proyecto y a ella se ha destinado la mayoría de recursos económicos. "El proyecto no se entiende sin esa aportación hacia los recursos humanos".

Además, Extremadura está integrada en una red de colaboración en la que se apoya, principalmente en Atapuerca.

Para Canalls, esta aventura arqueológica se convierte en un "motor de desarrollo en la región porque se incluye en el conocimiento de los primeros pobladores europeos. El proyecto de Extremadura aporta de qué forma los primeros pobladores europeos colonizaron el continente ya que podemos entender cómo vivían en ese territorio".

DOS VECES AL AÑO

Aunque la actividad arqueológica no cese a lo largo del año, hay dos periodos fijos en los que se realizan los distintos programas de prospección que pueden ser objeto de sondeos arqueológicos. En Semana Santa se realizan en la cueva de Maltravieso y en el mes de septiembre en los yacimientos de Vendimia y Santa Ana. A lo largo del año también se hacen pequeñas prospecciones.

En la Uex, Dionisia Gómez Amelia, del departamento de Geografía en la Facultad de Filosofía y Letras, colabora con este ambicioso proyecto.