En el cine, los musicales son tradicionalmente un género afable y familiar. Pero cuando Johnny Depp se pone a cantar y quien filma es Tim Burton, las cosas cambian. Cada nota de su nueva colaboración es una cuchillada y en cada escena hay un cuello que cortar.

En Sweeney Todd: El diabólico barbero de la calle Fleet Street , Burton y Depp entran a degüello, literalmente. Entre estrofa y estrofa, la sangre de una nueva víctima salpica el patio de butacas, mientras los cadáveres, aún tibios, son reciclados en sospechosas empanadas. La película, que llegará a España el próximo 15 de febrero, es una nueva superación de Burton, en el arte del humor negro y el horror gótico, que él domina como nadie.

El director californiano ha conseguido que en la sexta colaboración cinematográfica con su actor fetiche, Depp, de 44 años, cante en la pantalla en lo que será su primera y, casi segura, última vez. "En algunos momentos me he sentido como un idiota. Me daba vergüenza. Sin embargo, cuando vences el miedo inicial, lo llegas a disfrutar. Pero no es una experiencia que vaya a repetir", declaró la estrella durante la presentación del filme en Londres.

Pese al frío y la lluvia, Depp pasó una hora firmando autógrafos a cientos de fans en Leicester Square. La crítica lo ha puesto por las nubes y su interpretación le ha valido el Globo de Oro. Su nombre, por supuesto, está además en la quiniela de los Oscar. El filme también se ha llegado el Globo de Oro a la mejor comedia musical.

Ambientada en el Londres gris y siniestro del siglo XIX, Todd, el personaje de Depp, es un psicópata que solo vive para vengarse de quienes le enviaron injustamente a la cárcel y ultrajaron a su bella y amada esposa. Después de 15 años entre rejas en un país extranjero, a su retorno adopta una nueva identidad, haciéndose pasar por un barbero en Fleet Sreet, la calle de la prensa y los leguleyos, personas que tratan las leyes sin conocerlas del todo bien. "Estas son mis amigas, mira cómo relucen...", canta pálido y ausente, mientras afila la hoja de una navaja plateada, antes de despedir a otro cliente con un tajo mortal. "Matarlos no fue difícil. Lo difícil fue afeitarlos", comentaba bromeando el camaleónico Depp.

El guión está basado en una obra de teatro de los años 70, transformada por Stephen Sondheim en un musical que obtuvo un enorme éxito en Broadway (y que aquí interpretó Constantino Romero). Burton lo vio siendo un adolescente, cuando todavía no sabía "si un día sería director de cine o camarero".

PARA MAYORES DE 18

Lo sangriento del relato le ha costado al filme ser clasificado para mayores de 18 años en el Reino Unido. "Hemos utilizado una sangre pegajosa, dulce, que te quema los ojos y te lleva dos semanas quitártela de encima. Tenemos nuestra receta secreta", comentaba riendo el realizador, que se ha negado hacer concesiones. "Al haber más sangre", explica, "las escenas son menos gráficas, porque a veces, cuando no se muestran las cosas, estas resultan más reales y más perturbadoras".

Su compañera sentimental, Helena Bonham Carter, encarna a la señora Lovett, dueña de un negocio de empanadas al gusto caníbal, muy útil para Todd. La actriz, que supo de su segundo embarazo durante el rodaje, tuvo que hacer méritos y aprender a cantar para conseguir el papel. "No quería que pensaran que me lo habían dado por acostarme con el director", afirmó burlona, durante la conferencia de prensa. El actor Alan Rickam, como el miserable juez Turpin, y el cómico Sacha Baron Cohen, disfrazado de falso barbero italiano, forman también parte del reparto.

El peso de la película recae sin embargo en Depp, de cuya colaboración con Burton han salido otras creaciones memorables como Eduardo Manostijeras, Ed Wood, Sleepy Hollow, Charlie y la fábrica de chocolate y La novia cadáver . "Tim es el que logra que las cosas sean especiales. Me encanta trabajar con él, porque sabes que siempre te vas a embarcar en algo interesante", responde el actor cuando le preguntan a qué se debe el éxito de la fructífera relación que han mantenido estos años. "He trabajado con él seis veces", señala a su vez Burton, "y tengo la sensación de haber trabajado con seis personas".