Un beso mueve una treintena de músculos --17 de la lengua--, nueve miligramos de agua, 0,18 de sustancias orgánicas, cientos de bacterias y gérmenes a porrillo. Un solo gesto que excita al cuerpo entero. El filósofo francés Alain Montandon repasa las expresiones que este hecho bucal tiene en la literatura y las artes de Occidente y escribió 144 estimulantes y documentadas páginas. El tratado se titula El beso. ¿Qué se esconde tras este gesto cotidiano? (Siruela).

Explica Montandon, profesor de Literatura de la Universidad de Clermont-Ferrand, que los romanos solían distinguir tres clases de besos: los oscula , que eran los besos amistosos; los basia , propios del afecto y el amor, y los suavia , expresión de la pasión carnal. Pero en esta taxonomía quedan fuera los besos de madre, de amante, de amigo, los de saludo o ceremonia, los mecánicos, los que se dan a los muertos y a los objetos sagrados.

El autor dice que fueron desconocidos entre los pueblos originarios de América y Oceanía, causaron rechazo entre los chinos por razón higiénica, pertenecen a la intimidad más estricta entre algunos pueblos africanos, y en la India se prohíben filmes occidentales con beso de tornillo. ¡Incluso en Maryland (EEUU), el beso con lengua está prohibido por la ley!

Ilumina Montandon sobre el origen de algunas expresiones --al parecer, fue Denis Diderot quien puso de moda la expresión "besar el culo" en la obra El sobrino de Rameau --; cuenta que la práctica del besamanos ya apareció en la Odisea, y explica tradiciones como la del frotamiento esquimal de narices, una forma de sentir el olor corporal del otro, cosa que en Occidente empezó a perder enteros a partir del Renacimiento.

Según el autor, la historia del beso permite comprender la evolución social. En la edad media el juramento de fidelidad entre el señor y el vasallo se sellaba con un beso en la boca. La mano se consideraba inferior a la boca y el beso en los pies significaba sumisión. Durante los siglos XI y XIII el beso reemplazó a la comunión, pues la boca era el órgano del Verbo. Y en el siglo XVIII, el del gusto por la conversación, el beso desempeñó el papel del placer del capricho y la sorpresa.

A lo largo de la historia, los besos también han devuelto la vida y la salud. Desde el ciego de Betsaida curado por un beso (Marcos 8, 22-26) al cuento de La bella durmiente , pasando por la recuperación del leproso de La leyenda de san Julián el Hospitalario de Flaubert, los ejemplos son numerosos. La curación se produce por la acción triple de tocar, de proporcionar saliva y de insuflar aliento.

Quizá uno de los capítulos más estimulantes del libro sea el titulado Sensaciones que todos deseamos experimentar en la boca . Recuerda Montandon que la boca, el órgano erógeno que está más cerca del cerebro, es la cavidad de la nutrición y del afecto, del aliento físico y del espiritual.

El autor tampoco descuida los besos más íntimos, a los que se les ha dado los nombres latinos de fellatio y cunnilingus . El primero fue ya practicado en la antigüedad --en frescos del siglo VIII a. C-- mientras que el segundo era una infamia.