Algunas zonas del desierto de Atacama, en Chile, han sido consideradas como los límites absolutos de vida fotosintética en el planeta Tierra tras varios años de investigación. Sin embargo, recientes estudios científicos han puesto de manifiesto la existencia de vida microbiana fotosintética en el interior de rocas salinas del Atacama. Las similitudes entre el desierto más antiguo y seco de la Tierra y algunas zonas de Marte permiten confiar en que el estudio de las características de supervivencia en el desierto chileno de ciertos microorganismos y su posterior huella ayude a aprender más sobre la posibilidad de vida en el planeta rojo.

El pasado 9 de mayo el investigador y profesor Octavio Artieda, de la Universidad de Extremadura, perteneciente al área de Edafología y Química Agrícola de la Escuela de Ingeniería Forestal de Plasencia, se embarcó, junto con Jacek Wierzchos, científico titular del CSIC, entre otros investigadores, en la expedición científica al desierto de Atacama, con el fin de continuar estudiando el ambiente extremo de la zona más hostil y árida del planeta.

Desde hace dos años, los dos científicos han trabajado conjuntamente en esta investigación, que tiene tres escenarios distintos. El desierto de Néguev, el desierto de Atacama y el de Monegros, en España, con un rango de aridez de mayor a menor.

La experiencia, según comenta el profesor de la Uex, que ya se encuentra de vuelta de la expedición, trata de observar y analizar la ecología de los organismos que son capaces de sobrevivir en las rocas, que en el caso de esta expedición, son sobre todo, yesos y halitas. "En concreto de trata de analizar organismos litobiónicos, es decir, bacterias que vivían en cloruro sódico, o lo que es lo mismo, la sal de mesa".

Esto, que era impensable hace unos años, ha puesto de manifiesto, según explica Artieda, "la evidencia de vida microbiana en el desierto". Además, la investigación da un paso más allá al conectar esta posibilidad con la existencia de vida en otros planetas, como Marte. "El siguiente paso es estudiar qué mecanismos tienen de supervivencia estas bacterias y analizar sus rastros para detectar si ha habido vida en otros planetas y qué posibles residuos encontraremos".

Para llevar a cabo el estudio y análisis de la zona desértica, los investigadores han instalado unos sensores para el control de humedad y temperatura tanto en el exterior como en el interior de la rocas. Algunos de ellos trabajan y emiten a tiempo real los datos vía satélite; el resto, solamente pueden aportar datos in situ. Es por ello que la expedición se repetirá en los próximos años para recoger todas las muestras y analizarlas posteriormente.

La zona en la que Octavio Artieda y el equipo de investigación han incidido se ha extendido por la totalidad del desierto de Atacama, en concreto sobre "rutas ya planificadas hace dos años, en la regiones uno y dos de Chile, en la parte norte del país", donde ya se habían instalado estos sensores.

Además, en el estudio participan Alfonso F. Dávila, investigador de la NASA (Ames Research Center, EE.UU.) y Greg Slater, de la Universidad de McMaster.