Como es un personaje de película, el pez payaso Marlin tuvo que recorrer miles de kilómetros y sortear decenas de obstáculos antes de encontrar al pequeño Nemo: su hijo. Pero en la vida real no hubiera tenido que tomarse tantas molestias. Un grupo de científicos franceses, australianos y estadounidenses acaba de demostrar que los peces payaso casi siempre acaban volviendo a casa. Marlin hubiera podido ahorrarse el trabajo y quedarse de brazos cruzados en los laberintos de su arrecife de coral, pues había un 60% de posibilidades de que el retoño regresara.