Movilidad. Esta es una de las palabras clave de la enseñanza del futuro y una realidad para cientos de universitarios extremeños que cada año deciden completar su formación en otro centro de estudios lejos de su comunidad autónoma. En otra universidad europea con el programa Sócrates-Erasmus, dentro del territorio español --Programa Sicue-- o acogiéndose a otro tipo de convocatorias que posibilitan cruzar el Atlántico. Y es que se cuentan por centenares los alumnos de la universidad extremeña que cada año se aventuran a cursar un año o un cuatrimestre de su carrera en el extranjero o en otra ciudad española. Prueba del éxito de estas convocatorias son los datos del programa internacional Bancaja/Uex que ofrecía medio centenar de plazas para cursar un año en una universidad del continente americano. La convocatoria se cerró con 147 solicitudes.

Pero el programa de intercambio más conocido es, sin duda, el Sócrates-Erasmus. Este curso, hay un total de 389 extremeños repartidos por universidades europeas y la Uex ha recibido a 398, según los datos aportados por el Vicerrector de Coordinación, Segundo Píriz. Para este año, la Uex oferta otras 700 plazas --el plazo de solicitud finaliza el 28 de febrero-- gracias a los acuerdos bilaterales firmados con 160 universidades europeas. No obstante, la previsión es que solo se cubran unas 400 plazas. "Si quisiéramos que se completaran las setecientas plazas tendríamos que ofertar unas mil", dice Píriz, ya que el objetivo es que los estudiantes tengan un amplio abanico de posibilidades para elegir su destino.

EL COMIENZO

Pero al margen de la situación académica, la mayoría de los jóvenes que han disfrutado de una Erasmus destacan el enriquecimiento personal que supone vivir esta experiencia.

Los inicios son duros, empezando "por la etapa más tediosa y que parece no acabarse nunca, la del papeleo", según cuenta Juan Lerga, un estudiante de Filología Inglesa de la Uex que hace un par de años disfrutó de una Erasmus en el Ulster (Irlanda del Norte) y ahora está en Valencia con una Séneca --beca de unos 500 euros mensuales que oferta el MEC para financiar a los participantes en el Programa Sicue--.

Después llega el periodo de adaptación a otra cultura, a otro idioma, a otra universidad, a otros amigos... "Todo es nuevo, la ciudad, la gente y por supuesto la barrera idiomática. Pero poco a poco la he ido superando. Ese era mi primer objetivo dado que estoy en mi último año de Turismo", explica María Silveira a través del correo electrónico desde Luton, la ciudad inglesa en la que cursa su año Erasmus.

"Hasta después de Navidad no me he dado cuenta de lo que es un año Erasmus. Al principio, con todo el papeleo y que no conocía nada se me pasó el tiempo volando. Ahora disfruto mucho más", dice Juana María Pereira desde Bamberg (Alemania), donde lleva cinco meses. Esta joven está matriculada en el último curso de Filología Inglesa en la Uex y reconoce que cuando pisó Alemania "no tenía ni idea del idioma. Había aprendido a decir hola, adiós, buenos días y buenas