El último James Bond ha hecho diana en la taquilla británica. Quantum of Solace se estrenó el 31 de octubre batiendo durante el lluvioso fin de semana todos los récords en el Reino Unido. La película, autorizada para mayores de 12 años y proyectada en mil salas, recaudó 20 millones de euros en tres días, superando los 18,6 millones que ostentaba Harry Potter y el cáliz de fuego desde el 2005. En España el filme podrá verse a partir del 21 de noviembre.

Daniel Craig, que debutó como 007 en la anterior entrega, Casino Royale , es sin lugar a dudas, el Bond de nuestro tiempo. Atractivo, pero no guaperas, masculino, aunque vulnerable, duro, pero con el corazón roto, el actor ha modernizado el personaje de un espía que parecía condenado a morir al término de la guerra fría. "Craig amenaza con convertirse en el 007 más popular de todos los tiempos y, ciertamente, el más popular entre las jóvenes generaciones", publica The Times.

Dirigida por Marc Foster, en Quantum of Solace Bond busca revancha por la muerte y traición de Vesper, la mujer de la que se enamoró en el filme anterior. Su enemigo es un criminal francés (Mathieu Amalric), que esconde sus delitos bajo la fachada de guerrero ecologista, en una organización internacional de la que ni los americanos de la CIA, ni los británicos del MI6 saben mucho. La historia no está basada en ninguno de los relatos del novelista Ian Fleming, el creador del personaje, y los guionistas han renunciado a algunos ritos clásicos y esperados.

En Quantum of Solace , Craig pasa de la famosa coletilla de "Mi nombre es Bond, James Bond" y le importa poco cómo le sirvan el Martini. La cinta, comparada con las anteriores, es sombría, sin la sensualidad, el lujo, la seducción y el humor, que caracterizan las aventuras del agente de su Majestad.

Sí están dentro de los cánones establecidos las escenas de acción, dominándolo todo. Carreras por los viejos tejados de Siena, choques frontales al volante, edificios en llamas, motos, yates, persecuciones aéreas y muchas, muchísimas cristaleras rotas.

La crítica aplaude a Craig, pero no siente por el filme el mismo entusiasmo que el público. "En este James Bond no hay coherencia, humor, ni siquiera sexo", señala The Observer. "La trama bordea lo incomprensible. A la chica Bond la ucraniana Olga Kurilenko apenas se la entiende", afirma el Financial Times. "No es mala" --escribe el crítico de The Guardian-- "pero no hay demasiado historia, ni romance".