Bendita democracia americana (Ediciones B) es la segunda incursión literaria de Nacho Faerna (Madrid, 1967), una obra desmesurada que según el autor tiene "vocación esperpéntica". Quieto (2001), su primera novela, parecía un intento de modernizar la serie negra. La segunda es un thriller confeccionado a base de fragmentos de actualidad introducidos en el texto a un ritmo diabólico de resonancias cinematográficas. El autor es guionista de cine y televisión.

Las piezas que van componiendo el rompecabezas alcanzan, entre otras, desde la voladura del Maine hasta los atentados contra las Torres Gemelas, pasando por el 23-F, el asesinato de Kennedy y de una de sus amantes, el caso Gescartera o las orgías clandestinas de jeques árabes que se ponen ciegos de jamón de Jabugo y morcilla de Burgos.

Empleando un tono tragicómico que en algunos momentos resulta hilarante, la imagen que el autor quiere fijar es el alto riesgo que supone para la humanidad el que un individuo como George Bush esté al frente de la primera y única superpotencia mundial. Un Bush tan integrista como los talibanes que masacró en Afganistán, jaleado en sus delirios imperiales por un magma de organizaciones y grupos de intereses que el autor personaliza en la CIA.

VIGILANTE DE LA ORTODOXIA

Un agente de esa organización, Jerry, es una metáfora del invisible cordón umbilical que alimenta las cloacas del régimen. Jerry es la encarnación de la ortodoxia metodológica que impide que en ningún rincón del mundo se desencaje una pieza que desbarate el puzle y rompa el "equilibrio" del imperio global.

Jerry es un veterano agente de la CIA que sufrió una transfiguración tras un viaje de prueba con LSD (está históricamente comprobado que la CIA financió, directa o indirectamente, las investigaciones de ese alucinógeno). A partir de ese momento se convierte en un soldado de Cristo al servicio del equilibrio. El tal Jerry es, llevado a extremos esperpénticos, la cruz de la moneda en la que Bush es la cara: su principal gancho electoral ha sido que Jesús, después de apartarle de las borracheras, le señaló el camino para mejor servir a su país.

El agente se inmola como un Cristo, pero matando a mayor gloria del equilibrio, en la Torre Norte de Manhattan, exactamente en el piso donde fue a impactar el primer avión supuestamente pilotado por terroristas islámicos. Las víctimas pasaron al libro de registro de los daños colaterales necesarios para el equilibrio. El autor califica de "provocadora" su versión del 11-S, pero asegura que la oficial es "sospechosamente inverosímil". No es el único que lo piensa. La novela se lee de un tirón.