Los premios le han abierto la puerta del mercado editorial. Ellago Ediciones se fijó en Diego González (Villanueva de la Serena, 1970) tras ganar el certamen de poesía Ciudad de Ronda con Mil formas de hacer la colada , incluido en la trilogía Mudanzas en los bolsillos . Este periodista (es jefe de sección y columnista en El Periódico Extremadura) sorprende explorando el valor de la cotidianeidad. Además de en su pueblo, ha presentado el poemario en varias ciudades --el sábado lo hizo en Málaga--. En diciembre estará en las librerías La importancia de que las abejas bailen , novela con la que se convirtió en el primer villanovense en ganar el Felipe Trigo.

¿Le gustan las mudanzas?

-- Creo que cambiar es bueno, pero quedándote siempre con cosas que tenías antes.

¿Con cosas del día a día, como en su poesía?

-- Quizás por deformación profesional me gusta contar historias. En la poesía también lo intento y creo que hay cosas sencillas, las que nos rodean a diario, que son muy importantes. En este libro trataba de contar una historia a través de cosas sencillas como la colada, o una mudanza o la línea 2 del metro de Barcelona.

En su trabajo literario los lugares son como personajes, Barcelona y Villanueva están muy presentes...

-- Leí que uno es de donde son sus olores y sus sabores. Y mis olores, mis sabores y mis recuerdos están ligados a Villanueva, a Barcelona, a Salamanca... Siento mucha nostalgia del tiempo que estuve en Barcelona y en Villanueva. Los olores y los sabores de Barcelona eran los acentos del sur de la Línea 2 del metro. También se habla en Mudanzas de los tejados que son los olores y los sabores de Villanueva.

¿Y de dónde viene su fijación por los tejados?

-- Desde la terraza de mis padres se veían los tejados de Villanueva y supongo que cada vez que hablo de los tejados es una referencia al tiempo de la infancia.

Su trabajo como periodista no tiene horarios ¿de dónde saca tiempo para escribir?

-- La poesía es más fácil, se puede escribir en cualquier momento. Más complicado es una novela porque es un trabajo más continuo. La importancia de que las abejas bailen la tuve que escribir de madrugada porque tenía la historia en la cabeza y tenía que sacarla rápido.

¿Qué prefiere: novela, poesía o depende del momento?

-- Depende. La poesía me da mucha libertad, puedo encaminar la historia hacia donde quiera. En la novela, la historia y los personajes están más o menos encajados en un argumento pero en la poesía puedo cambiar la historia cada día.

¿Publicar es lo más difícil?

-- Yo he empezado por los premios. Hay quienes critican a la gente que se presenta a premios pero los escritores que empiezan, a no ser que tengan un buen padrino, no se dan a conocer si no es por los premios. A mí me han permitido empezar a negociar las próximas obras. El poemario que acaba de salir, Mudanzas en los bolsillos , es de una editorial que me conoce a través de los premios. Y alguna cosa hay también para novela.

Y para tí, que eres de Villanueva, ¿qué ha supuesto ganar el premio de tu localidad?

-- Desde pequeño he leído el Felipe Trigo, por el que han pasado muchos escritores que ahora son muy conocidos y ganarlo es una satisfacción doble. Además, según dicen es uno de los premios más limpios que hay en España y no solo tiene prestigio nacional, también en muchos países sudamericanos.

Y tu literatura tiene muchos rasgos sudamericanos...

-- Me encanta la poesía sudamericana que se está haciendo ahora porque creo que van bastante más adelantados que en otros sitios. Mis poemas tienen muchas referencias a escritores sudamericanos porque los leo mucho.

En prosa, quizá La importancia de que las abejas bailen tiene un poco de realismo mágico. Pero no es el realismo mágico sudamericano, es el que existía en la Extremadura de 1940-45, donde se puede aparecer alguien muerto o un personaje que tiene facultades para curar con las manos... son cosas de las que se hablaba antes en los pueblos.