El ejercicio de la memoria está en la base de las dos obras que la pasada semana quedaron en la recta final del premio Anagrama de ensayo. ´Las malas pasadas del pasado´ del filósofo Manuel Cruz --en la foto-- (Barcelona, 1951) se llevó el galardón principal por una obra que su autor definió en negativo: "No se trata de una apología, ni siquiera una defensa de la memoria, sino más bien una voz de alerta ante su exceso y manipulación".

´Eduardo Haro Ibars: los pasos del caído´, del periodista de Televisión Española J. Benito Fernández (Tomiño, Pontevedra, 1956), la obra finalista, es una biografía sobre el malogrado poeta, muerto de sida en 1988, hijo del periodista Eduardo Haro Tecglen y uno de los artífices del primer underground madrileño, anterior incluso a la movida, de la que también formó parte.

No cree Manuel Cruz, en contra de lo que parece ser moneda corriente, que exista en la actualidad un obliguismo del presente, por el contrario proliferan los museos, las efemérides y las operaciones de nostalgia --la serie televisiva ´Cuéntame´ sería un buen ejemplo-- que intentar transformar la idea del pasado en el plano personal. Para el catedrático de filosofía de la Universidad de Barcelona se trata de recordar, "pero no de cualquier manera".

Por ese motivo el autor de ´Las malas pasadas del pasado´ propone una memoria autónoma y crítica, gracias a la cual se puede huir de la autocomplacencia. "Existe un acuerdo unánime en condenar todas las guerras, pero siempre se salva la propia en la que se fundó el propio país", explica a modo de ejemplo Cruz.