El parche que evita los embarazos, el más popular de los nuevos anticonceptivos, empezó a distribuirse a mediados de septiembre en las farmacias españolas. El parche, que la usuaria puede cambiar con facilidad, se lleva durante tres semanas al mes en el abdomen, las nalgas o la parte superior del cuerpo. Cada semana se coloca uno en un punto distinto. La última no se utiliza para permitir la menstruación, tal y como sucede con la píldora anticonceptiva.

El precio de este tratamiento es de 14,5 euros (2.400 pesetas) para un mes (los tres parches). Su dispensación exige receta médica y, tampoco como el resto de los anticonceptivos, goza de financiación pública.

Evra, como ha sido bautizado por la compañía, se vendía en Estados Unidos desde octubre del 2002. El nuevo tratamiento anticonceptivo libera lentamente una vez que se aplica en la piel una mezcla de hormonas similar a las de la píldora (prestágeno norelgestromina en combinación con estrógeno ethinylestradiol). Su efectividad supera el 99%, igual que la píldora.

Pero aunque el parche contiene la misma combinación de hormonas, su vía de penetración permite que la dosis utilizada sea inferior a la de las pastillas.

DIRECTO A LA SANGRE

La razón es que las hormonas llegan a la sangre directamente a través de la piel, mientras que en forma de pastilla deben pasar primero por el aparato digestivo.

No obstante, según los especialistas, el parche tiene riesgos cardiovasculares similares a la píldora. No se recomienda ni a fumadoras ni para quienes pesen más de 90 kilos.

El parche, que también se presenta en envases con nueve unidades, tiene el tamaño de una moneda, es fino y de color beige. Se aplica directamente sobre la piel seca, sin vello y puede llevarse debajo de la ropa. Según sus fabricantes, se adhiere a la piel de forma que es eficaz incluso cuando se realizan actividades que implican contacto con el agua o con el sudor. Se ha probado en piscinas, playas y saunas.