¿Qué discrimina lo que es ciencia de lo que no lo es? En una época en la que santones y curanderos tienen mucho predicamento, la pregunta es cada vez más común. La respuesta es más sencilla de lo que parece: la diferencia está en el proceso de peer review (revisión por expertos), el mecanismo imparcial que selecciona los resultados que merecen ser publicados en una revista científica. Sin embargo, el proceso de filtro no está exento de defectos y por este motivo diversas instituciones han decidido fortalecerlo. Una posibilidad es premiar, conceder un reconocimiento internacional, a los revisores que mejor desempeñan esta tarea voluntaria y anónima. Otra, como ya apuestan algunas revistas, es dar compensaciones económicas.

"Para que un resultado se considere científico hoy en día tiene que estar publicado en una revista reconocida", explica Miguel Campanario, investigador en Comunicación de la Ciencia de la Universidad de Alcalá de Henares. Cuando un científico quiere publicar un artículo, se lo envía a un editor de una revista. Este elige unos expertos en la materia y les reenvía el trabajo. Los expertos leen críticamente el texto y remiten sendos informes al editor, que se los hace llegar al autor. Si los informes son negativos, el editor rechaza el artículo o pide que se haga una nueva versión o, si tiene alguna duda, se lo remite a otro revisor.

España proporciona algunos de los mejores revisores, al menos en el campo de la física. Así lo ha destacado la Sociedad Americana de Física (APS), que ha premiado por esta tarea a 14 investigadores españoles.

FILTRO

El sistema, que fue experimentado por vez primera en el siglo XVII, ha demostrado su eficiencia para filtrar la mala investigación. "Más de una vez me ha tocado parar trabajos mal hechos", comenta Mariángeles Serrano, de la Universitat de Barcelona (UB), una de las distinguidas por la APS. "El crecimiento explosivo de China, también en la ciencia, hace que desde allí te lleguen tanto trabajos buenos como malos, y estos últimos hay que pararlos", prosigue Marián Boguñá, también premiado de la UB.

Recibir comentarios críticos también les puede servir a los autores honestos para mejorar la calidad de su trabajo, afirma David Jou, de la Universitat Autònoma de Barcelona (UAB). El mismo Einstein presentó un artículo erróneo y los comentarios de los revisores le sirvieron para mejorarlo. Quizá lo más asombroso de este trabajo, que puede ocupar horas y días, es que es totalmente voluntario. "Lo hago para mantener la independencia de la ciencia", dice Yamir Moreno, de la Universidad de Zaragoza. "También sirve para estar informada sobre otras líneas de investigación", añade Serrano.

PROBLEMAS

"Sin embargo, la revisión presenta problemas", alerta Campanario. Por ejemplo, a veces se cuelan artículos malos: "Algunos trabajos de medicina ya publicados tienen errores de estadística". Otro tema son los fraudes. "En este caso, no se le puede echar la culpa al revisor --prosigue el profesor--, pues sería como culpar a un profesor porque un alumno ha copiado el examen".

Para mejorar la calidad de la revisión, entidades como la Sociedad Geofísica Americana gratifican a los revisores excelentes con reconocimientos como el de la APS. Algunas revistas incluso están experimentando con dar una pequeña compensación, pero la mayoría de los científicos están en contra. "Si se hiciera por dinero, la calidad acabaría mermada", alerta Gonzalo Muga, de la Universidad del País Vasco. "Quizá el problema real es que los científicos reciben presiones para producir muchos artículos y hay quien saca cada vez más trabajos y cada vez peor hechos", dice Boguñá. "La revisión es como la democracia: tiene muchos defectos, pero es lo mejor dentro de lo que hay", comenta Muga. "Y si no existiera, la calidad sería peor", concluye Campanario.