La comedia puede ser el género más difícil. Tiene que partir de un guión que sea un mecanismo de relojería, estudiando incluso las pausas para dejar espacio a la carcajada del público. Resulta peligrosamente fácil caer en el ridículo o en la vulgaridad. Pero las comedias no suelen obtener grandes premios y sus actores no son considerados para los galardones importantes.

Todos estos inconvenientes no hacen desistir a Francis Veber. El cineasta francés se considera un guionista que se pasó a la dirección para evitar que los directores manipularan sus obras, a las que define como sus hijos. Este cariño le lleva a ser extremadamente perfeccionista hasta hacer repetir una toma sesenta veces a estrellas como Gérard Depardieu. Explica que no siempre busca la risa, pero su máxima aspiración es la sinceridad. También tiene claro que en este género hay que controlar la duración y la mayoría de sus filmes no llegan a la hora y media. El juego de los idiotas dura 85 minutos.

Sus comedias (La cena de los idiotas, Salir del armario ) han obtenido elevadísimas recaudaciones en Francia, pero también trabajó como asesor de guiones en Estados Unidos y se han rodado versiones norteamericanas de algunos de sus títulos como Dos fugitivos. Ahora mismo se prepara el remake de Salir del armario que dirigirá Gurinder Chadha (Quiero ser como Beckham ).

En El juego de los idiotas , el cineasta vuelve a recurrir a su personaje fetiche, Fran§ois Pignon. Es un aparcacoches que pasa una mala racha después de que su novia haya rechazado casarse con él. Pero todo cambia cuando pasa por la calle en el momento justo, cuando un empresario casado está discutiendo con su amante, una cotizada modelo, y son retratados por un fotógrafo. Para evitar el escándalo, el abogado sugiere al adúltero que busque al otro hombre que aparece en la instantánea y consiga que viva con ella durante una temporada para que nadie sospeche. Pero, como era previsible, el plan se les irá de las manos.

Veber insiste en los enredos y en los personajes humildes que son víctimas de los poderosos, pero que acaban triunfando. "¿Quiere decirme que va a pagarme por vivir con una top-model?" pregunta el protagonista al abogado y, a continuación, cree que está siendo filmado por una cámara oculta. Y es que así son los individuos que crea Veber, seres anónimos e insignificantes que, por un juego del azar, se ven envueltos en situaciones excepcionales.

Por primera vez en la filmografía de Veber, el papel de las mujeres es equiparable al de los hombres y son las que acaban moviendo los hilos. El grupo femenino está formado por una top-model accesible, una novia que parece inaccesible y una esposa con ganas de venganza frente a un empresario manipulador, un abogado retorcido y un pobre hombre honesto.

La historia podría haber dado para entrar a degüello en el mundo de la moda, pero únicamente utiliza a la modelo como icono de la mujer inalcanzable y para ridiculizar la mirada de los que la ven. El respeto de Veber por este mundo le lleva incluso a ceder una pequeña escena al modisto Karl Lagerfeld para que haga sus pinitos en el cine.

La película debutó con un gran éxito en Francia donde consiguió llevar al cine, el primer fin de semana, a 1.164.000 espectadores, y fue la número uno de taquilla batiendo por goleada al otro estreno estelar de aquella semana, Instinto básico 2 , que no llegó a las 300.000 entradas. En total, durante su periodo completo de exhibición vieron la película tres millones de franceses. Y ahora invitan a los espectadores del mundo a apuntarse a su juego.