El libro de relatos de Ray Loriga, El hombre que inventó Manhattan , persigue el espíritu de la urbe con riesgos improvisatorios propios de la Knitting, el underground con el que siempre se ha asociado al autor de Lo peor de todo (1992). Recurre a la ficción como único modo de apropiarse de una ciudad que se le escapa. Intuye que es de esos pocos lugares en los que es posible concebir el infinito.