Toda película que cuestione las dictaduras y el totalitarismo es necesaria, y más en los tiempos que corren, pero no creo que Imagining Argentina pase a la historia de las películas decisivas sobre represiones y fascismos.

El tema escogido por el dramaturgo, guionista y cineasta Christopher Hampton, la desaparición de personas inocentes durante la dictadura en Argentina, resulta atractivo sobre el papel más por el tratamiento que por la situación histórica reproducida.

Además de mezclar elementos de melodrama y de filme de denuncia al mismo tiempo, la película apuesta por la intromisión de algo muy parecido al realismo mágico para vertebrar el relato.

El protagonista principal, el director de un teatro infantil que encarna Antonio Banderas, tiene un don especial: al tocar las manos de un familiar de un desaparecido puede ver el momento de la detención y lo que ocurrió después, convirtiéndose así en un vidente para la esperanza. Gracias a este poder paranormal, el protagonista puede igualmente rastrear la pista de su esposa desaparecida, una periodista comprometida contra la dictadura que interpreta Emma Thompson. Pero superada la sorpresa inicial del tratamiento --la fuerza de la mente para combatir los estragos de la represión totalitaria--, la película cae en barrena producto de una serie de situaciones deslavazadas y una mezcla nunca lograda de escenas a lo Desaparecido, otras de tortura de tono realista y elementos de realismo mágico que más parecen filosofía new age.

Un buen guionista como es Hampton, responsable de los libretos de películas de época como Mary Reilly y Las amistades peligrosas y director de Carrington y Agente secreto , se pierde en una maraña de buenas intenciones y naufraga en algunas secuencias que, como la que cierra la película, parecen sacadas de West Side Story. Un buen punto de partida con resultado considerablemente indigesto.