Las ciudades que albergan centros universitarios ya han notado el comienzo del curso académico en el ambiente que se respira en las calles.

El tono festivo de estos días se sucede en todas las ciudades con campus pero son, sin duda, las conocidas novatadas el símbolo más notable de estos primeros días de curso. Caras pintadas, diversos juegos en la calle y una sucesión de fiestas son para muchos estudiantes que inician su trayectoria universitaria su primer contacto con esta nueva etapa, tal y como aseguran muchos veteranos. No obstante, las novatadas no pueden ser una práctica obligatoria y todas aquellas personas que no quieran pasar por esa experiencia no tienen por qué hacerlo.

En Cáceres, una ciudad que vibra con la llegada de los estudiantes, se pudieron ver las primeras novatadas el pasado martes para celebrar el comienzo del curso.

La fiesta tuvo su punto de mayor concentración a la hora del mediodía, aunque todo se desarrolló sin incidentes y dentro de la normalidad, según confirmaron fuentes de la policía local que no habían recibido quejas vecinales ni llamadas. En grupos numerosos, recorrían el trazado que va de la plaza Mayor hasta la avenida de España, con sus caras pintadas, entonando cánticos y portando pancartas.

La llegada de los universitarios ha vuelto, como sucede cada otoño, a reavivar el debate sobre el ocio en Cáceres, una ciudad que el curso pasado registró en torno a los 6.000 universitarios y que en los últimos años ha sufrido un descenso paulatino.

Tal como ha publicado El Periódico Extremadura en los últimos días, desde el pasado 1 de octubre ha empezado a aplicarse el horario de invierno, que implica el cierre de los locales de copas entre media y una hora antes.

HORARIOS DE CIERRE

Aplicando esta ley, los bares englobados dentro de la categoría C (los llamados bares normales, cafeterías y restaurantes) deben cerrar los fines de semana a las dos de la mañana. Los bares especiales (categoría F) cierran a las tres y las discotecas (categoría E) cierran a las 04.30. En Cáceres se da la circunstancia de que los bares normales reabren cuatro horas después del cierre (a las seis de la mañana) agarrándose a un resquicio que marca el propio decreto de control de horario dictado por la Junta en 1996 y que desde entonces no se ha modificado.