Al director irlandés Jim Sheridan, más conocido como realizador de dramas políticos como Mi pie izquierdo o En el nombre del padre --dedicados a su madre y a su padre, respectivamente-- le ha llegado la hora de rendir homenaje a su esposa y sus dos hijas. A su paso por Madrid, para presentar su último trabajo, Sheridan explicó las claves del filme autobiográfico En América (coescrito con sus hijas), que le ha costado una década de trabajo y que se estrenó el viernes.

"Es mi película más personal", declaró Sheridan. La narración se centra en una familia de irlandeses que emigra a Nueva York --una representación de sus sueños-- empujados por la reciente muerte de su hijo Frankie, cuyo recuerdo se hace omnipresente en el filme. El mensaje del director es que "hay que liberar a los muertos, dejarlos ir sin ira para que descansen en paz", declaró.

El enfrentamiento con el odio sigue uno de los temas predilectos del director, al que ya recurrió en sus cuatro últimos filmes. Y el argumento se hace más pertinente en su Irlanda natal, donde asegura que "el culto a los muertos convierte el odio en un círculo vicioso".

RELATO AUTOBIOGRAFICO

"Quería hacer una película sobre mi marcha a Nueva York --explicó Sheridan-- y unirla a la historia de mi hermano, que murió de cáncer". La peripecia está contada por Christy (Sara Bolger), hermana dentro y fuera de la pantalla de Ariel (Emma Bolger), e hija de Johnny (Paddy Considine) y Sarah (Samantha Morton).

Las pequeñas hermanas Bolger recibieron una mención especial por parte del director: "Creo que trabajan tan bien porque las traté como adultas". Sobre Morton, que tiene fama de "difícil", afirmó: "No es una persona fácil. Se quedó huérfana y yo creo que la mayoría de los buenos actores tienen una relación compleja con sus padres". Aun así, la calificó como "una de las mejores actrices del mundo".

La verosimilitud era un requisito imprescindible para un papel en el que Morton debe hacer frente a las miserias cotidianas del inmigrante --como vivir en un barrio de yonquis-- y esforzarse para que sus hijas sean felices.