El presidente de los rectores españoles es un afable economista asturiano inquieto por la improvisación con la que el Ministerio de Educación y Ciencia ha encarado la homologación de la universidad española al sistema universitario europeo, una mudanza que ha de hacerla irreconocible. Sin suficientes recursos, razona Juan Vázquez, la reforma es una trampa.

¿Cuánto tiempo van a durar las carreras, tres o cuatro años?

--Las titulaciones de grado hay que decir que serán, con todos los matices, de cuatro años. No creo que pueda decirse: son tres años y un verano. Todas serán de 240 créditos, aunque los últimos 60 no sean puramente académicos.

¿La opción elegida, diferente a la que predomina en la UE, donde las carreras de grado son de tres años, dificultará la movilidad?

--No, porque al cabo de tres años se entregará un título, sin validez para dar atribuciones profesionales, que permitirá que un estudiante español pueda incorporarse a un máster en Europa. Y a la inversa.

Pero para la mayoría, la movilidad, sin suficientes ayudas, seguirá siendo una quimera.

--Exactamente. La cuestión económica no se puede tomar a la ligera. Hay que hacer algo. Adoptar decisiones que no estén plenamente respaldadas desde el punto de vista económico va a comprometer seriamente la reforma. Las cosas no se pueden mantener como están. Por ejemplo, aquí hay un compromiso político de hacer posgrados a precios públicos. Los precios serán públicos, muy bien, pero los costes serán de mercado.

¿Adónde quiere llegar?

--En los posgrados, habrá una brecha más acusada que en los grados entre el precio y el coste de los estudios. Probablemente haya una gama amplia de situaciones. No cuesta lo mismo un máster de literatura que uno de odontología. Los rectores queremos que haya precios públicos, pero que las administraciones garanticen la cobertura de la brecha. Lo que no se puede hacer es asistir impasiblemente a un autoengaño colectivo. Y decir: la reforma no cuesta o hagámosla a coste cero.

¿Quién ha de pagar, la Administración central o las autonomías?

--La Administración central no puede legislar y trasladar la responsabilidad de la financiación a las universidades o a las comunidades autónomas. Las universidades no tenemos recursos suficientes. Y si se hace gravitar sólo sobre las comunidades, comprendo que les cause inquietud. Solo cabe un gran acuerdo entre las comunidades y Administración central. Es imprescindible.

¿Qué ocurrirá si no hay acuerdo?

--Que corremos el riesgo de que las universidades públicas perdamos capacidad de organizar posgrados. Si no tenemos condiciones, los más caros acabarán haciéndolos las privadas, que podrán ofertar títulos oficiales y aplicar precios de mercado.

Lo que debía ser un proceso que abría grandes perspectivas para la universidad, se ve ahora por algunos sectores como un riesgo.

--Por eso, a la vez que hay que hacer criticas fundadas a la forma en que se está llevando el proceso, hay que insistir en lo que supone de oportunidad para corregir disfunciones en el sistema. La reforma no debería servir sólo para solo equipararnos con Europa, que ya es mucho.

¿Para qué más ha de servir?

--Para corregir dos de las disfunciones más importantes. Por un lado, los niveles de abandono y retardo en finalizar los estudios, que en nuestro país son insostenibles. Y por otro, para acabar con la inadecuación entre la oferta y la demanda de titulaciones. Hay plazas por cubrir y demandas sin atender.

Demasiadas titulaciones.

--El problema no es el número, que es donde se ha enfrascado el debate, si deben existir Historia del Arte o Humanidades como tales. El problema no son las 150 titulaciones que existen, sino las 2.600 que se imparten, pues los mismos títulos se ofertan en decenas de universidades.

¿Pero es necesario un catálogo de carreras, no es un corsé inútil?

--No es que sea imprescindible. Yo me inclino por un catálogo abierto, capaz de incorporar títulos y que reconozca las menciones (ramas) de los títulos. Si cuentas con menciones y puedes fijar como universidad el 50% de los contenidos, con un mismo título puedes llegar a hacer los títulos que consideres conveniente.

¿El nuevo sistema requerirá a los alumnos dedicación exclusiva, ser estudiante a tiempo completo?

--En principio, sí, porque el crédito se define como una carga semanal de 25 a 30 horas y las jornadas laborales en el país ya giran en torno a 35 horas, o sea que un estudiante tendría una jornada de estudio más o menos equivalente. Habrá algún margen para poder trabajar, pero a base de un esfuerzo importante del estudiante, como ahora.

Y esas habilidades que exigen los empleadores, saber hablar, escribir, ¿dónde se van a aprender?

--Estas habilidades tiene que incorporarlas cada profesor en su materia. Ahora el debate en muchas titulaciones se centra en cómo vamos a ser capaces de meter en tres años de contenidos académicos lo que ahora hacemos en cuatro o cinco. Si se parte de ahí, creo que estamos equivocando el tiro. Hay que saber seleccionar. La enseñanza y los programas son un problema de elección de problemas.