Ni Obi-Wan Kenobi ni el pequeño Yoda. Ni los hermanos Luke Skywalker y Leia Organa. Ni los androides R2-D2 y C-3PO. Ni tan siquiera el mercenario Han Solo que hizo famoso a Harrison Ford. El verdadero protagonista de la saga galáctica de George Lucas, su esencia, el personaje en el que confluyen todos los otros, ha resultado no ser otro que Darth Vader, lo que demuestra una vez más el pérfido carisma de los villanos en los relatos fantásticos y de aventuras.

Todo espectador potencial de la sexta entrega de la serie, que es cronológicamente el tercer episodio de la misma, sabe a la perfección lo que ocurre una vez se consume el último encuadre de La venganza de los Sith , lo que por otro lado alivia al crítico: no va a desvelar nada relevante aunque cuente el final. Todos, desde quienes toman las películas de Lucas como un lujoso pasatiempo hasta quienes las han convertido en su biblia particular, saben cómo empezaba y qué acontecía en La guerra de las galaxias .

En este sentido, La venganza de los Sith es la película más carente de sorpresas de la historia del cine. Es más, los 140 minutos que dura están concebidos para una sola imagen, aquella que esperan impacientes todos los fans de la serie: el momento en que el impulsivo jedi Anakin Skywalker deja de tener la juvenil cara del actor Hayden Christensen para convertirse en Darth Vader, el dominador del lado oscuro de la fuerza.

Es un proceso que replantea la empatía del espectador con determinados personajes cinematográficos.

La película cierra el círculo de manera excelente: sus últimos planos son una perfecta invitación a recordar la forma en que empezaba el primer título de la serie.

El director de la saga, George Lucas, siempre puntilloso, hasta ha escogido a un actor que se parece a Peter Cushing, el gobernador aliado con Darth Vader en La guerra de las galaxias , para ponerlo en la nave del nuevo Sith.

Si resulta emotivo ver nacer a los hermanos Luke y Leia, no lo es menos, aunque parezca una paradoja, presenciar cómo el airado Anakin se convierte en el malvado Darth Vader. El relato sublima en el fondo el nacimiento del mal, pero ésa es la imagen esperada y el cineasta, complaciente, se pliega a la lógica: nunca una película tuvo tanto sentido en función de una sola idea.

Lucas es mejor creador de conceptos que guionista, pero eso no es nuevo de este filme. Por ello, La venganza de los Sith tiene los mismos altibajos que las anteriores películas de la serie, especialmente en las escenas discursivas en el senado y los encuentros sin tensión de Anakin y Padmé.

Aún así, el goce del espectador está asegurado. El filme de Lucas empieza como un torbellino, con la batalla aérea; seduce en abundancia --la pelea de Obi-Wan Kenobi con Grievous, mitad androide mitad ser orgánico provisto de cuatro brazos con otras tantas espadas-láser--; apela a la tragedia operística --la aniquilación de los caballeros jedis como si fuera una vendetta mafiosa--, y concluye con unas expectativas que el recuerdo se encargará de aplacar... 28 años después del estreno de La guerra de las galaxias , el círculo se ha cerrado.