La polivalente patata, que acumula 12 milenios de historia agrícola en América y dos siglos como cultivo de primer orden mundial, se mantiene en forma en los laboratorios debido a su valor económico y las posibilidades de mejora. Herederos de los sabios campesinos andinos, los científicos buscan ahora variedades más productivas, resistentes a las plagas o que se conserven durante largo tiempo, entre otros aspectos. "La conservación del patrimonio genético es esencial para afrontar el futuro", destacó la FAO al designar el 2008 como Año Internacional de la Patata.

Se conocen más de 200 especies y 4.500 variedades cultivadas, cruces de las anteriores, pero "solo el 2,5% han sido empleadas para mejoras", ejemplifica el profesor Andrés Contreras, especialista de la Universidad Austral de Chile, en Valdivia, que estudia el tubérculo.