Entrar en una bañera cuando uno tiene semiparalizados los brazos y las piernas es una odisea. Y también es el sobrecogedor inicio de El truco del manco , que llegó a las salas el pasado viernes. Cine español que demuestra que trabajar duro para conseguir algo no siempre es sinónimo de éxito. Ahora bien, hay que intentarlo. De hecho, el subtítulo del filme es tan ilustrativo como éste: A mí no me digas que no se puede .

Según su director, Santiago Zannou, El truco del manco no es una película pesimista. Tampoco morbosa a pesar de que se zambulle en la minusvalía. Es "honesta". Como él y como todos los actores que aparecen en esta crónica de barrio, que aspira a tres Goyas (director novel, actor revelación y canción original).

La película, lamentablemente, no fue incluida en la sección oficial del pasado Festival de San Sebastián sino en la de nuevos directores. Aunque el cineasta, lejos de quejarse, se mostró satisfecho de haber estado presente en el certamen aunque fuera "por la puerta de atrás".

El truco del manco narra la historia de Cuajo, un tipo minusválido que se rompe los cuernos para montar un estudio de grabación. El tipo es Juan Manuel Montilla, El Langui, el carismático cantante de la banda de rap La Excepción. Su amigo del alma es el mulato Adolfo (Ovono Candela, músico en la vida real), una persona que le da todo el amor que le niega su violento hermano (interpretado por el cantante de rap Elio Sagües).

El Langui aseguró que lo único que tiene en común con su personaje es la minusvalía --provocada por falta de oxígeno en el parto-- y la pasión por el hip hop. "Pero no tengo su carácter. Ni su orgullo. Ni su fuerza. Además, yo casi nunca me acelero porque soy tranquilo", destacó.

LAGRIMAS

El protagonista explicó sin rubor que se le saltaron las lágrimas cuando le llamaron por teléfono para decirle que estaba nominado a los Goya como mejor actor revelación y como autor de la mejor canción original (A tientas ). "Si digo que no hace ilusión ganar estoy mintiendo. Pero, vamos, que ya la nominación es un regalo. Sobre todo, en el apartado de actor porque yo no soy profesional", comentó. Ahora bien, el gusanillo de la interpretación le ha picado. "Lo tengo ahí. No se me va", confesó sin ocultar un cierto miedo a que su minusvalía le encasille en determinados papeles.

El director de la película se mostró menos eufórico que El Langui con la posibilidad de ganar un Goya. Ya estuvo nominado con un corto y se fue a casa con los bolsillos vacíos, así que es algo más escéptico. Zannou --que nació en Madrid hace 32 años de padre africano y madre aragonesa-- sí que pidió el galardón para El Langui. "Ha trabajado mucho. Y puede convertirse en un referente porque demuestra que no hace falta tener pelo rubio y ojos verdes para triunfar en el cine", dijo el director.

Tampoco hace falta que una película tenga fuegos artificiales, añadió, para triunfar en taquilla. Lo que resulta imprescindible es que la historia sea "honesta" y que "emocione". El truco del manco lo hace gracias a un guión que mezcla varios temas: familias desestructuradas, escasez de recursos económicos, inmigración, drogas y música como arma de lucha social.