En 1987, Joan Queralt viajó a Argentina para hacer un reportaje sobre la logia P2 de Licio Gelli y allí se topó con el fenómeno de la mafia siciliana, con la Cosa Nostra. El tema le interesó hasta la obsesión y, dos años después, tuvo el primer contacto directo con la realidad social y política que el poder mafioso ha tejido en Sicilia. Ha vuelto a la isla en unas 25 ocasiones, ha escrito para diarios y revistas y guiones para televisión, y ha acumulado conocimientos que, ahora, ha llevado a un libro. Crónicas mafiosas. Sicilia, 1985-2005 , que el pasado lunes llegó a las librerías, es la explicación del fenómeno a partir de sus protagonistas.

Queralt (Barcelona, 1946), periodista, vivió el Chile de Allende y la Argentina de la dictadura y hurgó en el sur de Francia a la búsqueda de testimonios de anarquistas españoles, para acabar dedicado al espinoso tema de la Cosa Nostra. Crónicas mafiosas (Cahoba Ediciones) explica los últimos 20 años de ese fenómeno criminal, la aparición de grupos antimafia de Palermo, la instrucción del maxiproceso de 1986, el debilitamiento de la Cosa Nostra y la restauración de su poder económico y político.

LA BURGUESIA MAFIOSA

"El mafioso actual no va con pistola --explica Queralt--, es un empresario obsesionado por la acumulación de bienes y poder que utiliza la violencia para obtenerlos". Esa "burguesía mafiosa" siciliana ha tejido durante años una red que, añade, "controla la actividad empresarial, la sanidad y parte del sistema educativo". Ese poder mafioso ha hecho de la isla un territorio al margen de la Europa de las libertades y, a modo de ejemplo, cita el autor al actual presidente de la región siciliana, acusado de asociación ilegal para favorecer a Cosa Nostra.

Queralt no es optimista al apuntar el final de la trama mafiosa --"han diversificado sus actividades; ellos inventaron la globalización"--, pero confía en algunos jueces, en el movimiento civil surgido al margen de los partidos y en el rechazo que, algún día, harán los sicilianos para acabar con una situación que les ahoga. Frente a esta tenue esperanza surge la realidad: "La mafia mata a quienes son un peligro para su existencia... Piersanti Mattarella, presidente de la región siciliana, el prefecto Dalla Chiesa, los jueces Falcone y Borsellino...".