Madonna ha reservado una cita en España dentro de su gira internacional. Será en el Estadi Olímpic de Montjuïc el próximo 18 de septiembre (ljueves). Después de siete largos años de ausencia, y de dos intentonas fallidas tras arduas negociaciones en el 2004 y en el 2006, la megadiva del pop regresará a la ciudad que escogió para iniciar el Drowned world tour en el 2001. Entonces, se enfundó desde una falda escocesa hasta un quimono en plan gueisa (y peluca morena) en un Palau Sant Jordi rendido a sus pies. Fue el estreno mundial de la primera gira de la estrella desde 1993. Y cantó en castellano What it feels like for a girl (Lo que siente la mujer) .

El esperado y reciente regreso discográfico de la cantante, icono erótico y mujer de negocios a partes iguales, coincide con su 50º cumpleaños (curiosamente, este 2008 también alcanzan el medio siglo Prince y Michael Jackson). Pero para Madonna no solo no pasan los años, sino que rejuvenece (y cada vez con más lascivia), a la vista del vibrante Hard candy . Un disco concebido para arrasar en las pistas de baile y con el que, tras una década de influencias tecno de gusto europeo, quiere recuperar presencia en el mercado norteamericano, sumergiéndose en sus ritmos de moda (la producción de Timbaland es más que evidente).

Este bolo del próximo 18 de septiembre se incluirá en el tramo final de la gira europea de la artista norteamericana (el día 11 cantará en el Wembley Stadium de Londres y el 20 regresará a París, pero cambiando el Olympia por el Stade de France). Será un tour de estadios, en el que también figura el Olímpico de Roma, cuyas entradas, por cierto, oscilan entre los 39 y los 209 euros.

APERITIVO EN MANHATTAN

La reina del pop ofreció en la Gran Manzana su primera actuación desde la publicación de su 11º álbum de estudio, el 1 de mayo. En tan solo 40 minutos, deleitó a sus fans neoyorquinos con seis canciones. Y con su habitual imagen de dominatrix , desgranó algunos de los platos fuertes de Hard candy , el trabajo que supone el final de su trayectoria profesional ligada a Warner. La artista saltó al escenario con el pegajoso sonido de Candy shop (la pieza con la que abre el disco y en la que jura que su azúcar es pringoso y dulce, a ritmo de r&b negro). Y se subió a un trono formado por la M de su nombre, rodeada de seis bailarines. Pero la gira oficial de Sticky and sweet empezará en Cardiff (Gales), el próximo 23 de agosto.

El fenómeno Madonna parece incombustible. Se reinventa como nadie y no deja de conectar con sus seguidores, con cambios de imagen totalmente programados con los mejores estrategas de márketing (y diseñadores). La intérprete de Like a prayer es la personificación de la posmodernidad. La reina del exceso. Un icono que marca tendencia sin despeinarse.

Se ha unido de nuevo a Jean-Paul Gaultier, responsable del singular estilismo de este álbum.