Madurez? Esas son cosas de las compañías de discos. Lo que sí hay es más elaboración". Niña Pastori no teme desmentir a la discográfica que en plena promoción de su último disco No hay quinto malo (Sony-BMG) dice que ahora es más Pastori que niña. Ella mejor que nadie sabe lo que ha escrito y ha cantado. Con naturalidad habla de sus impresiones y se siente ajena a los juegos de palabras con su nombre artístico. Ella es la Niña Pastori (nacida María Rosa García en 1978, en San Fernando, Cádiz) porque su madre fue La Pastori, y tras cinco discos va cogiendo su punto.

En este nuevo álbum cuenta con la colaboración de su marido Julio Jiménez, Chaboli, hijo de Jeros, el del medio de los Chichos. "Como somos como hermanos gemelos y estamos todo el día juntos, musicalmente nos entendemos muy bien", dice Niña Pastori, con Chaboli a tres metros. "Sabe lo que me gusta y lo que no, y por donde yo quiero tirar porque ni toco la guitarra, ni el piano; sólo sé cantar". "Con mirarnos ya nos entendemos", comenta esta mujer que ha puesto voz a letras de Alejandro Sanz, su descubridor.

MAS QUE FLAMENCO

No hay quinto malo es un disco capicúa: empieza y termina con el sonido del mar. Entre medias 12 canciones "sobre lo nuestro", lo que esta pareja de artistas sienten más cercano. Musicalmente está más alejado del flamenco que otros. Comienza con un recitado --"hay quien entiende una mirada sin tener conversación, con pocas palabras basta a buen entendedor"-- que "es una verdad como un templo", explica.

Para la artista es importante esta cercanía con las historias de sus canciones porque "cuando sales al escenario, necesito que las letras me den fuerza". Uno de los dos formatos en los que vende el disco es a 6 euros.