El guión de Una historia de Brooklyn tiene muchas frases y silencios que describen cómo nos sentimos cuando todo deja de tener sentido. El gesto de los actores es el reflejo perfecto de la desorientación y la tristeza que se experimenta en esos trances. Y las canciones que se oyen son lo más parecido a la música que suena en la cabeza de quien pasa por eso. Noah Baumbach encontró el texto, los intérpretes y las melodías para hablar del miedo a no tener ni idea de qué hacer o adónde ir. Pero no ha utilizado sólo esas cosas en su retrato de nuestra vulnerabilidad. También se ha servido de su capacidad para convertir el detalle en la máxima expresión de un sentimiento.

¿Recuerdan la tienda de campaña de Los Tenenbaums , una familia de genios (2001), el discman de Algo en común (2004) o las pegatinas de Tú, yo y todos los demás (2005) Esta tragicomedia sobre el derrumbe de una familia está llena de detalles así, de cajitas preciosas que esconden dramas precisos. Hemos seleccionado algunos de esos momentos que convierten a esta película en una película con sensibilidad.

LIBROS BAJO LA CAMA

Bernard (Jeff Daniels), novelista venido a menos, y Joan (Laura Linney), inminente escritora de éxito, han puesto punto final a su matrimonio. Y ella esconde bajo la cama los libros que no quiere perder en la separación de bienes. Ese gesto furtivo encierra una de las ideas base del filme (que deriva en una reflexión sobre la rivalidad profesional en la pareja): a veces duele compartir las pasiones, en este caso la literatura, con las personas a las que más se quiere.

EL CALAMAR Y LA BELLENA

Es la traducción del título original de la película y el nombre de un diorama del American Museum of Natural History de Nueva York que aterraba a Walt de niño. El y su hermano Frank,un niño de 12 años, temen la ruptura de sus padres: no son ejemplares, pero los quieren cerca para sentirse protegidos. Baumbach habla de la familia como ese clan tan imperfecto como necesario.