Con sólo cambiar una conciencia ya me doy por satisfecho". Arturo Cisneros (Pamplona, 1969) expresa así su deseo sobre Bagdad rap , un documental rodado en la capital iraquí en vísperas de la entrada de las tropas norteamericanas. La pasada semana se estrenó en Madrid y Barcelona, después de haber sido premiado en Nueva York y Buenos Aires.

Un año después de terminar la cinta, el realizador basa su éxito en que "la gente no es tonta" y en una intensa búsqueda de "información al margen de los grupos mediáticos, sin presiones económicas ni políticas".

Algún crítico que asistió al festival de cine independiente de la ciudad porteña, comparó a Cisneros con Michael Moore. "Me seleccionó y premió desde las elecciones presidenciales. Me llena de orgullo que 15.000 adolescentes argentinos aplaudieran la proyección", declara Cisneros, quien se autodefine como un "activista de la solidaridad".

Ver escenas reales del Irak acuciado por el embargo prebélico a ritmo hip-hop y rap puede resultar chocante. Pero Cisneros ha elegido la música que mejor retrata a una generación en rebeldía para hablar de un conflicto que removió las conciencias. "Son ritmos que han heredado el papel de los cantautores de los años 60 cuando ejercían denuncia social".

En 75 minutos, a poco más de un plano por segundo en algunos momentos, las letras de Frank-T, Kase-O, Zenit, El señor Rojo, Ari y Selektah Kolektiboak que componen la banda sonora, se convierten en verdaderos elementos narrativos que realzan la denuncia "sin concesiones".

MONTAJE TREPIDANTE

Estos grupos han trabajado gratis gracias a la buena mano de Cisneros, que es productor musical. Eligieron una secuencia y compusieron una pieza. El hip-hop, el rap, el montaje trepidante, son elementos que al director le llevan a confiar en una renovación del género documental mediante un "lenguaje atractivo para la gente joven".

El director llegó a Bagdad en marzo del 2003 formando parte de un grupo de brigadistas navarros para "observar e informar sin el filtro de los medios de comunicación convencionales". Por suerte o por desgracia, estalló la guerra. Salió de la capital iraquí con las bombas de Bush cayendo, pero otros tres brigadistas se quedaron y el material que rodaron también ha sido utilizado en el documental.

Niños con los cuerpos destrozados, víctimas del uranio empobrecido, intelectuales y profesores universitarios desaparecidos, atentados que nadie reivindica son temas que Cisneros se encontró y que ahora muestra. Su deseo es volver para rodar una segunda parte.