La película La soledad ya tiene su primera recompensa tras haberse alzado con el Goya al mejor filme español del 2007. La emotiva y personalísima cinta dirigida por Jaime Rosales volvió a los cines el pasado viernes con 30 copias y conseguirá así la merecida vida comercial que apenas tuvo cuando se estrenó en mayo del 2007.

Mientras estuvo en cartel, La soledad fue vista por 41.000 espectadores. La cifra no deja de ser irrisoria. Sobre todo, si se la compara con los más de cuatro millones de personas que han comprado su entrada para temblar de miedo con El orfanato , el filme que partía como gran favorito para alzarse con el máximo galardón y que, finalmente, se llevó 7 de las 14 estatuillas a las que estaba nominado.

La soledad conquistó los tres premios a los que aspiraba: mejor dirección, mejor película y mejor actor revelación (José Luis Torrijo). El palmarés fue toda una sorpresa. También para su director, que calificó de "momento histórico" el hecho de que la Academia de Cine apostara por una película "radical" que toca temas conflictivos como el terrorismo. "Puede que esto sea el principio de una nueva corriente", explicó Rosales en tono optimista después de anunciar que su próximo proyecto será una película "muy radical".

Mientras posaba con las tres estatuillas, el cineasta lanzó un órdago a los exhibidores, a quienes acusó de no apoyar lo suficiente al cine de autor. "Si La soledad se hubiera estrenado con 300 copias y no con 30 la gente hubiera ido a verla mucho más", destacó.

Como lo cortés no quita lo valiente, otra de las personas que se dedicó a piropear la cinta ganadora fue, precisamente, el director de su gran competidora. Juan Antonio Bayona aseguró que La soledad merecía lo que El orfanato ha tenido de sobra: vida comercial. De Belén Rueda --que perdió el galardón a manos de Maribel Verdú-- recordó que "ha muerto de éxito" gracias al filme y que eso recompensa con creces la ausencia de galardón.

Hasta ahora, Verdú había sido la eterna candidata a los Goya. "Por fin. A la quinta va la vencida", bromeó mientras se comía a besos la estatuilla. "Me siento muy querida", añadió. La protagonista de Siete mesas de billar francés y se acordó de la época de vacas flacas que sufrió hace unos años. Confesó que su marido, Pedro Larrañaga, fue el que más le insistió en que muchas veces hay que armarse de paciencia para esperar una oportunidad. En su caso, esa oportunidad había llegado en el 2006 con El laberinto del fauno .

Alberto San Juan también se estrenó en lo de recibir Goyas. El actor quiso distanciarse del papel que interpreta en Bajo las estrellas con la siguiente declaración: "No me parezco a mi personaje. Yo me como mucho el coco y él nada". El reivindicativo San Juan, que la noche siguiente a los Goya también tenía otra importante cita en los Premios Max de teatro, dedicó su galardón al fin "de esa cosa llamada Conferencia Episcopal". Momentos más tarde, no se cortó a la hora de explicar que la jerarquía eclesiástica es "uno de los principales obstáculos para el progreso de la humanidad".

San Juan quiso posar con el "maestro" Alfredo Landa, al que arrebató el Goya al mejor actor y al que abrazó para ver si se le pegaba algo.

Landa, por su parte, señaló su cabeza y reconoció que le había fallado "la pelota" cuando intentaba dar su discurso de agradecimiento al Goya de honor.