El cólera ha terminado por ser una enfermedad prácticamente endémica en las zonas rurales de Zimbabue. Llega con las lluvias torrenciales, pero raramente afecta a las ciudades. Este, sin embargo, es una año especial. En su periódica visita al país, el cólera se ha encontrado con una sociedad colapsada por el hambre y las sanciones internacionales, con las infraestructuras destruidas y, como el resto del mundo, azotada por la crisis. Más de 300 personas han muerto (otras fuentes hablan de unas 3.000) y la epidemia amenaza con causar uno de aquellos dramas que, no siempre con éxito, llaman por unos días la atención de los medios de comunicación.