La sociedad de la información ha dado voz a las mujeres, pero los media se pueden convertir en una trampa si no se tiene en cuenta la posibilidad de su manipulación, el uso del lenguaje o el control de las élites masculinas". Así se expresó Pilar Rodríguez Flores, catedrática de Didáctica de las Ciencias Sociales, en el curso de Educación para la Igualdad que la pasada semana concluyó en el campus de Cáceres. A su juicio, la familia es el foco de violencia más destacado en la sociedad de principios del siglo XXI.

A lo largo de su ponencia --que coincidió la misma semana en la que se celebró el Día Internacional para la Eliminación contra las Mujeres (el 25 de noviembre)-- Rodríguez Flores indicó que las informaciones sobre violencia de género que transmiten muchos medios no suponen una reflexión mayor o un análisis de los sucedido, sino que suelen ser generalmente descripciones superficiales, sin la presencia de expertos o fuentes cualificadas.

Rodríguez Flores señala también que las noticias esconden la identificación del agresor o agresores, "anotando por el contrario el nombre de la víctima". Y advierte de que la "sobrerrepresentación" de las mujeres agredidas maltratadas es la imagen social de la violencia y el hombre, en algunos casos, aprovecha estas referencias mediáticas para justificar su actuación.

Por otro lado, según informa el Gabinete de Comunicación en su página web, esta profesora de la Facultad de Educación denuncia que los medios mantienen los estereotipos de género tales como la inferioridad, deseo, belleza, sexo, control, imágenes que afianzan en el hombre el dominio y la posesión. "Estereotipos que continúan perjudicando a la mujer, especialmente mostrados en la publicidad, que concede papeles agresivos y directivos a los hombres".

TRATAMIENTO DE LA NOTICIA

A juicio de Rodríguez Flores, los medios de comunicación tienen una escasa consideración del fenómeno "terrorismo doméstico" lo que les lleva a incluir estos temas en las páginas de sucesos y no en las de política o sociedad. "Si aparece en la primera página es por su alto interés sensacionalista complaciendo un morbo de fácil consumo", aseguró. Al hacer referencia a la violencia de género como un episodio único y desubicado, la información es escasa o aparece en páginas poco relevantes, considera esta catedrática. Otras veces, dice, se le concede una proyección excesiva que desvirtúa y convierte en invisibles otras realidades semejantes. "Es el caso de la lapidación de la mujer nigeriana Amina Lawal, cuya profusión mediática en el 2002 ocultó a otras mujeres en situación similar", dijo.

En cuanto al lenguaje que se utiliza, esta docente denuncia la utilización de "vergonzosas expresiones" como terrorismo de baja intensidad, sexo débil, cuestión de faldas, problema sentimental, se le fue la mano o crimen pasional así como el uso equívoco del lenguaje que en ocasiones cosifica a la mujer: "la modelo más cara del mundo", por ejemplo.