El mexicano Sergio Pitol, autor de culto con una trayectoria literaria y personal de fuerte compromiso y practicante adelantado de la fusión de géneros, fue galardonado el pasado 30 de noviembre con el Premio Cervantes, el más importante en lengua castellana, que concede el Ministerio de Cultura, dotado con 90.180 euros. Pitol, de 72 años de edad, recibió la noticia en su casa de Xapala, en el estado mexicano de Veracruz, a donde se retiró en 1993, y desde allí comentó: "Es lo mejor que me ha pasado en mi vida literaria".

A comienzos de este año, Pitol había iniciado la relectura del Quijote. El día que conoció el fallo del jurado, con la voz quebrada por la emoción, declaró a la agencia Efe que Cervantes era "la gran figura de las letras". El tiempo que transcurra hasta que el 23 de abril próximo reciba el premio de manos del rey Juan Carlos será "la espera más feliz" de su vida, según comentó a la ministra de Cultura, Carmen Calvo, cuando ésta le comunicó la noticia.

El jurado, presidido por el director de la Real Academia Española (RAE), Víctor García de la Concha, destacó la calidad literaria de Pitol como autor y también como traductor, así como su contribución a la difusión de la cultura y sus reflexiones constantes sobre el arte de escribir. En su actividad pública, Pitol ha destacado también por su labor para la preservación del patrimonio artístico y cultural de su país en el extranjero. Sergio Pitol es el tercer autor mexicano que recibe el Cervantes tras Octavio Paz, galardonado en 1981, y Carlos Fuentes, en 1987.

MEMORIAS

En su extensa, aunque no muy conocida en España, producción, este diplomático y profesor universitario ha cultivado el ensayo, la novela y el cuento. Y también se ha atrevido con un volumen de memorias, El mago de Viena , editado este año.

La vida de Pitol, en permanente fuga, y su obra han caminado en paralelo, y ninguna de las dos ha sido fácil. Nacido en la ciudad de Puebla el 18 de marzo de 1933, su apellido materno es Deméneghi, de origen italiano. Esta mezcla de sangre podría anunciar al niño Sergio el carácter trashumante de su vida y de su obra. Los viajes han sido una constante para Pitol, y fue acaso esta inquietud por ver otros mundos la que le llevó a la carrera diplomática tras cursar estudios de Derecho y Filosofía en Ciudad de México.

Tuvo una infancia muy difícil, ya que su madre murió ahogada en un río cuando él apenas tenía cuatro años; su padre falleció de meningitis y su hermana, de desesperación, según se cita en algunas biografías.

El propio Pitol, enfermo de malaria, pasó en cama de los seis a los 12 años, al cuidado de su abuela y de sus tías. En este tiempo leyó vorazmente a clásicos como Dostoievski, Tolstoi, Gógol y Faulkner.

En 1960 se inició en la carrera diplomática, que le llevó como embajador a Praga (1983-1988) y como agregado y consejero cultural a Belgrado, Varsovia, Roma, Pekín, París, Budapest, Moscú y Barcelona, en donde vivió entre 1969 y 1972. En esta ciudad trabajó para varias editoriales y dirigió para el sello Tusquets la colección Los heterodoxos. Pitol comparte esa pasión viajera con el gusto por el cine.

Paralelamente a la diplomacia, el escritor desplegó una excelente labor de traductor de obras en ruso, polaco, italiano e inglés. Dio a conocer a sucesivas generaciones de lectores latinoamericanos a autores tan prestigiosos como Henry James, Jane Austin, Ford Madox Ford, Joseph Conrad y Witold Gombrowicz.

OBRAS MAS NOTABLES

Entre sus obras más notables se hallan El arte de la fuga (1996) y Pasión por la trama (1998), consideradas obras fundamentales de la cultura mexicana de finales del siglo XX. Además, hay que destacar El desfile del amor Premio Herralde de novela en 1984; Asimetría (1980); No hay tal lugar (1967); Juegos florales (1982), y La vida conyugal (1991).

En 1983 Sergio Pitol fue galardonado con el Premio Nacional de literatura de México y en 1999, con el prestigioso Premio Juan Rulfo.