Conchita --así, sin apellido-- recuerda que compone desde muy niña, pero que la primera canción que creó "ya en serio" la hizo con 17 años. "La titulé La duda , y no fue hasta más tarde que me regalaron una guitarra y me atreví a actuar en una sala, El Montacargas, de Madrid". La experiencia le gustó tanto que, al poco, ya había ampliado el circuito (Libertad 8, Clamores...). Y más tarde, con su propio dinero, grabó una maqueta, a modo de tarjeta de presentación. "Tenía solo guitarra y voz, y un amigo se la hizo llegar a una discográfica que a los tres meses me llamó para anunciarme que me iba a hacer una prueba".

La superó, claro. Y la fase siguiente fue encerrarse en un estudio con Juan Luis Giménez (uno de los tres vértices de Presuntos implicados) para darle contenido y forma a su disco de debut, Nada más .

Conchita, que acabó sus estudios de Magisterio, se reconoce autodidacta --"solo me dieron un año clases de guitarra"--. Y se apresura en defender el término de cantautor, "aunque ahora esté tan devaluado; de hecho, para muchos es igual que decir plastautor total".

En el compacto, la autora de Nada que perder exhibe una voz tan delicada como su delgada figura. Y un envolvente punto naíf que irremediablemente remite a otra madrileña, Mai Meneses, la cantante del dúo Nena Daconte e intérprete de Idiota .

Antonio Vega, reconocido como uno de los más personales y respetados compositores del pop español, se ha prestado a cantar a dúo con ella la pieza Ahora qué : "...Y dicen que todo lo que empieza acaba / y esto terminó sin comenzar..." . En las cuerdas de la guitarra y la garganta de Conchita hay un futuro en ebullición. Una prometedora carrera que las avispadas y machaconas radiofórmulas han sabido ver.