"Los tiempos están cambiando", canta Bob Dylan al principio de Watchmen , y entonces la película más esperada del año, la adaptación del cómic más importante de todos los tiempos, nos introduce en una versión alternativa de la historia del siglo XX, escrita por un puñado de hombres extraordinarios que siempre han estado entre nosotros, moviendo los hilos. Ellos pisaron la Luna primero, ellos mataron a Kennedy, ellos proporcionaron a Warhol sus cinco minutos de fama. El más grande de esos superhéroes, Dr. Manhattan, ganó la guerra de Vietnam en una semana. Los tiempos están cambiando para el cine blockbuster igual que lo hicieron hace 20 años para el cómic cuando Alan Moore --chamán, filósofo y autor visionario-- publicó Watchmen y deconstruyó y luego reconstruyó la idea de héroe que los tebeos generalmente venden.

Descubrimos que los superhéroes tienen neurosis y problemas con la bebida y fornican y asesinan y no tienen finales felices. Y que la diferencia entre vigilante enmascarado y dictador fascista no siempre está clara.

A Zack Snyder, director de esta película, casi no le ha quedado más remedio que insuflar nuevos aires al cine de superhéroes, dejando claro que, igual que la animación y el documental, las adaptaciones de cómics no son tanto un género cinematográfico específico como otro lenguaje fílmico, y por eso Watchmen puede definirse como un clásico neonoir a la manera de Taxi driver , Blade Runner o Seven y, a la vez, como una meditación acerca del uso y el abuso de poder, de la ciencia y la tecnología y del papel del gobierno a la hora de asegurar y regular nuestras vidas.

Los tiempos están cambiando para el cine de superhéroes de Hollywood. En primer lugar, porque, como ya demostró El caballero oscuro , ya no podrá ser considerado solo escapismo ligero: Watchmen es algo así como el equivalente fílmico del Ulises de Joyce. En segundo lugar, porque, dos décadas después de que Moore publicara su obra magna, durante las que fans de todas las edades se han dejado oír para que la adaptación fuera un acto de fidelidad artística; después de que autores como Terry Gilliam, Darren Aronofsky y Paul Greengrass trataran en vano de ser los escogidos para filmar lo infilmable, y de que los estudios Warner Bros y Fox se enzarzaran en una disputa legal que a punto estuvo de mandarlo todo al garete, Watchmen existe. Y todo aquel que quiera hacer una película de superhéroes a partir de ahora deberá tenerla en cuenta.