La literatura sobre países arrasados por conflictos bélicos suele ser escasa y, normalmente, consiste en testimonios reales expuestos en forma de biografías donde cuenta más la fuerza de las dramáticas vivencias relatadas que la calidad a la hora de explicarlas. Sin embargo, muy escasas son las novelas, la pura ficción literaria, procedentes de esas latitudes que aterrizan en castellano.

Ahora, desde Afganistán, ha llegado una joya, Mil soles espléndidos , un ejercicio de alta literatura con corazón centroasiático. El escritor afgano Khaled Hosseini (Kabul, 1965) ha logrado una novela abierta: es decir, que no solo es recomendable para aquellos interesados en conocer la realidad afgana u oriental, sino que hará las delicias de cualquiera al que le apetezca disfrutar de un buen libro, de un relato bien trabado, con ritmo y con personajes complejos y magnéticos.

Mariam y Laila, las dos esposas de un despótico zapatero pastún, son las protagonistas de una obra que desmonta la frase hecha de que, en la guerra, la primera víctima es la verdad. El libro demuestra que, en la guerra, la primera víctima es el amor. Porque Mil soles espléndidos es una novela sobre el amor y los corazones pisoteados por dos décadas de guerra.

El relato describe hasta estremecer la adoración frustrada que Mariam, la hija bastarda de un potentado afgano, siente por su padre, Yalil, que también la adora pero sobre quien puede más el qué dirán de una sociedad obsesivamente conservadora. La obra expone también la desesperación de Laila que, soltera y embarazada, ve a su prometido huir a Pakistán como refugiado.

Las inclemencias de una guerra que parece no tener fin y el despotismo de su marido convierten a Laila y Mariam de rivales en aliadas. Laila y su bebé hacen a Mariam sentirse amada y valiosa por primera vez en su vida, mientras que Mariam se convierte en el regazo materno para la joven Laila.

En Mil soles espléndidos se impone la descripción de la capacidad de resistencia de las mujeres. Cuando Mariam, de niña, le pide a su madre poder ir a la escuela, esta se niega y le responde. "Solo existe una habilidad que las mujeres deben aprender en la vida. Y es esta: Resisitir", sentencia la mujer. La descripción del segundo parto de Laila, en el Kabul de los talibanes, muestra esta fuerza y restalla en la conciencia del lector.

Pocas veces un autor consigue un personaje tan bien trabado como Mariam, una pura historia de frustración: la frustración de no haber podido nunca ser hija y la frustración de no haber podido nunca ser madre. Sin artificios ñoños, Hosseini hace entender al lector lo que es ser vieja con 30 años y lo que es, gracias a una amistad, conseguir reconstruirse en una mujer libre.

Pero en Mil soles espléndidos hay dos protagonistas más: la guerra y Kabul. La guerra, primero la revuelta contra los soviéticos, luego la lucha entre muyahidines, late en toda la narración, se transforma y transforma la vida de los personajes. Kabul es un escenario cambiante. Es la ciudad dulce de la infancia, pero también es la trampa de la guerra civil y la jaula de los talibanes; es el lugar del que se necesita huir y al que se sueña con retornar.