Durante seis años, desde 1996 hasta el 2002, Tomás Calvo Buezas fue el representante de España en la Comisión Europea de la Lucha contra el Racismo del Consejo de Europa. Este cacereño --nació en Tornavacas en 1936 donde sus padres trabajaban como maestros-- es catedrático de Antropología Social en Ciencias Políticas de la Universidad Complutense de Madrid y el impulsor de que se creara en esta facultad el Centro de Estudios sobre Migraciones y Racismo (Cemira). Esta entidad organiza el próximo jueves en Cáceres un seminario en el que participan varias universidades españolas y americanas y que trata de hacer un paralelismo entre la inmigración en España y este mismo fenómeno protagonizado por los hispanos en EEUU.

El seminario se presenta con el título ´Hispanos en U.S.A. Inmigrantes en España´ ¿Por qué este paralelismo?

--El seminario parte de la importancia política, social y cultural que tiene el grupo hispano en los Estados Unidos. Son más de cuarenta millones de hispano-latinos, aproximadamente el 12% de la población americana. Están repartidos por todos los Estados, pero hay Estados y ciudades en los que son decisivos --California, Nueva York, Texas...--. A la importancia demográfica hay que añadir la importancia lingüística. Y por su peso demográfico actual y su crecimiento futuro, pueden ser dentro de 40 años el grupo mayoritario, superando incluso a los anglosajones.

¿Por qué tiene más peso la inmigración hispana que la originaria de otros lugares?

--Esa inmigración de los países latinoamericanos, principalmente mexicanos, es una inmigración creciente, en comparación con otros grupos inmigrantes que sí han parado. Hay que añadir que los hispanos ya no es una minoría sólo de pobres, de trabajadores, sino que es una minoría muy heterogénea, hay una clase media de maestros, enfermeros... Existe también un empresariado y una fuerza económica muy fuerte, y algunos ocupan puestos políticos destacados.

¿Y esta situación podría ser un reflejo de lo que podría pasar en España en un futuro?

--Sabemos que son más las diferencias que las similitudes entre los hispanos-norteamericanos y los inmigrantes que llegan a España. Entre otras razones porque los mexicanos están en su propio país, es decir, ha sido territorio suyo. Aparte de esto, porque llevan más años. El motivo principal de establecer este seminario como punto de reflexión es ver lo que a nosotros nos puede suceder con los inmigrantes que hoy tenemos en una segunda y tercera generación.

¿En este caso con inmigrantes procedentes de países árabes?

--Lo que tiene de significativo antropológicamente es que los hispanos en Estados Unidos son lingüísticamente, culturalmente y muchas veces religiosamente diferentes a la sociedad mayoritaria. Es decir, los mexicanos son a Estados Unidos como los marroquíes a España. Lo importante es que son minorías muy distintas culturalmente del país de acogida. En ese sentido se puede establecer la comparación.

Disertará sobre si esta situación supone un choque de civilizaciones o una nueva civilización ¿por qué apuesta?

--Yo no tengo la respuesta, sólo adelanto una hipótesis, tal vez una utopía. Frente al choque de civilizaciones, que fue lo que lanzó el sociólogo norteamericano Samuel Hantington, cuando indirectamente dice que el Islam es el enemigo o el adversario en el mundo moderno. Ciertamente se pueden dar choques o conflictos entre el Islam y el Cristianismo, entre la cultura oriental y occidental igual que entre los hispanos-norteamericanos y los anglosajones. Pero esos conflictos se pueden seccionar positivamente terminando no en agresión mutua, sino en un consenso, en una convivencia intercultural, en un enriquecimiento mutuo. Es un desafío. Más que alianzas estratégicas entre civilizaciones, lo que tenemos que pensar es que en el mundo contemporáneo, por la globalización, vivimos juntos mucha gente de muchas culturas, tenemos que aprender todos a convivir de una forma mestiza en lo que yo llamo la nueva civilización.

Y en esa nueva civilización ¿cómo se evitan sucesos como los ocurridos recientemente en Perpignan, por ejemplo?

--La convivencia es siempre muy difícil, y con gente extraña mucho más. Si me cuesta convivir con mi pareja, a la que amo, ¿cómo no me va a costar convivir con gente de otras culturas?. Es muy difícil, pero es posible. La Historia nos ha dado muestras de agresiones y guerras múltiples pero también ejemplos de convivencia pacífica. El tipo de conflictos como los de Perpignan, o como los de Villaverde (Madrid), son excrementos sociales que, afortunadamente, no son muy frecuentes pero son posibles. Si no sabemos controlarlos se puede llegar a ese caso extremo de violencia interétnica.

¿Cuál es la clave para que esos conflictos no surjan?

--Creo que hay que prevenirlos. Y la prevención depende de muchos factores. En primer lugar, que se den unas condiciones sociales mínimas de convivencia, porque si convivimos en unas situaciones de infravivienda, de inseguridad legal, de falta o exceso de trabajo... en esos caldos de cultivo es fácil, aunque no justificable, que surja la violencia. Otro aspecto, fundamental aparte de la familia, a nivel público es la escuela y los medios de comunicación social.

¿Qué características tiene la inmigración en Extremadura?

--Extremadura es un fenómeno singular. Por una parte tiene muy pocos inmigrantes, ha crecido con la regularización, pero supone aproximadamente un 3% de la población extremeña, cuando la media española está en torno al 9%. Pero lo singular de Extremadura es que están concentrados en algunas zonas. Esto no es único de Extremadura, también pasa en algunas zonas de Murcia, por ejemplo. Talayuela es un laboratorio, también está La Vera y las recogidas de cosechas que realizan, fundamentalmente, minorías. Entonces, hoy por hoy, la inmigración en Extremadura no supone un desafío importante pero ya va siendo un fenómeno visible. No sólo en La Vera sino en otros lugares más tristes como pueden ser los clubs de carretera etcétera... Por lo tanto, hay que tomar actitudes de convivencia con lo diferente.

Esta entrevista continúa en "Tomás Calvo Buezas: "Olvidar que fuimos inmigrantes es una amnesia histórica grave" (II)