Aunque el vino se ha bebido desde casi siempre y alguien había sido el responsable de cómo olía o como sabía, hasta hace relativamente poco tiempo no existía un documento acreditativo oficial que dijera que a ese señor o señora que hacía un vino --exquisito o no-- se le podía dejar al mando de su bodega. Ahora, esta situación ha cambiado. También en Extremadura.

En el año 1999 la Universidad de Extremadura incluyó entre sus planes de estudio la licenciatura en Enología. Una titulación de segundo ciclo a la que acceden estudiantes de Química, Biología, Farmacia o ingenieros agrónomos que durante los siguientes dos años se especializan en cultura vitivinícola, tecnología enológica o microbiología entre otras diez asignaturas más y un practicum donde los estudiantes hacen experimentos en empresas del sector, la mayoría --un 97%-- en la región.

Un plan de estudios que ya conocen los 96 alumnos que han terminado la licenciatura en la Facultad de Ciencias en Badajoz y de los cuales, el 70% ha encontrado empleo. Un hecho que para Julia Marín, coordinadora de la titulación, "es muy satisfactorio pues desde un primer momento pensamos que la repercusión social de esta licenciatura en una región como Extremadura podría ser positiva".

Sin embargo, consolidar la licenciatura no ha sido fácil. Tras un primer boom inicial de solicitudes, dos años después, el interés bajó (en la tercera promoción sólo se licenciaron 10 enólogos) para, actualmente, estar otra vez en una cifra similar (24 alumnos por curso) a la del resto de facultades españolas.

Un síntoma de que esta licenciatura tiene futuro lo demuestra, además, la idea de que Enología se convierta, tras la reestructuración europea prevista para el 2010, en una titulación de grado, o lo que es lo mismo, una especie de licenciatura como las entendemos ahora.

La aparición de enólogos en el panorama vitivinícola extremeño ha coincidido con un cambio de mentalidad de los empresarios de la región. Julia Marín piensa que "se están dando cuenta de que el vino se hace en la viña y que una persona sola no puede llevar la gestión, el aspecto comercial y el vino a la vez, sobre todo cuando hablamos ya de grandes números".

Marín, que asegura que los avances en la calidad del vino que se hace en la región están llevando a los caldos extremeños a metas insospechadas hace unos años, insiste en que la formación que están recibiendo los nuevos enólogos les está abriendo puertas para introducirse en el mercado laboral. "La verdad es que si bien la mayoría está trabajando como personal de apoyo en empresas del sector, el hecho de que trabajen con la tecnología más avanzada les está permitiendo alcanzar un nivel que también está dando un plus a ese cambio de mentalidad que está experimentando el sector", añade.

La llegada de los nuevos enólogos es ya una realidad en la región que, poco a poco, está viendo como su sector vitivinícola está alcanzando niveles similares a los de otras zonas del territorio nacional con gran tradición en elaborar caldos.