Es difícil llevarla al cine". Eso pensaba Ferran Torrent la misma noche en que quedó finalista de la edición del Premio Planeta del 2004 con La vida en el abismo . Se equivocó. No han pasado ni dos años y Ventura Pons se encuentra en el chiringuito Virgen del Carmen de la playa de Montgat filmando La vida abismal . Ese ligera variación en el título es uno de "los pocos" cambios que, según escritor y cineasta, han sido necesarios para llevar a cabo la versión cinematográfica de la novela, en cierto sentido, autobiográfica.

La obra relata la incertidumbre que sentía, a los 20 años, el propio novelista en los últimos días del franquismo. Pons asegura que, con esta adaptación, pretende mirar, "con sentido del humor y sin nostalgia", los años adolescentes de "nuestra deficiente" formación como personas. "Fue un tiempo oscuro, larguísimo... no había manera de que acabase". El director, todo un especialista en adaptaciones literarias, agrega que este filme versa sobre el viaje iniciático de un adolescente rebelde que descubre una opción de vida alejada de la rutina de una época totalmente gris.

Es la cuarta novela de Torrent que cobra vida en la pantalla, y la segunda en la que aborda la irresistible atracción por el juego tras La mirada del tahúr (1999). Asegura que no le preocupan los cambios, que no tiene las manías de otros escritores. "A los directores les doy total libertad. Yo no permitiría que mi editor me dijera ´pon esto´ o ´quita aquello´. Lo importante es recoger el espíritu de la obra", argumenta el autor, que en su Valencia natal conoció el mundo fronterizo que se mueve entre la noche y la madrugada con las partidas clandestinas de cartas.Todo empezó en una timba en la que perdió 9.000 pesetas, que al final han sido "muy rentables", bromea. Ese día conoció a El Rubio, que se hizo cargo de la deuda. Oscar Jaenada, que en enero consiguió el Goya al mejor actor por Camarón , da vida a El Rubio, personaje que en la película se llama El Chino. Un jugador compulsivo, estafador, transgresor, seductor, temerario y bebedor. "Vive al límite. Arriesga. Se lo juega todo a una sola carta. Vulnera las normas. Camina al borde del abismo", define Jaenada, que considera que interpreta a un personaje de gran riqueza. "Tuve la suerte de conocerlo. Torrent me llevó a una partida en un lugar secreto de Valencia y allí hablé con él". Aunque tuvo que sentarse de espaldas para no gafarlo. "Me fije en sus gestos, en la manera en que miraba a sus adversarios", añade.

José Sospedra está convencido de que le ha tocado la lotería por debutar en el cine con un papel protagonista. Es el álter ego del joven Ferran Torrent, indeciso, rebelde y desconcertado, que se asoma a un mundo que desconocía.