La primera vez que David Douglas Duncan vio a Picasso fue en la bañera de La Californie, la casa del genio malagueño en un pueblo de la Costa Azul. El fotógrafo entró en la vivienda el 8 de febrero de 1956 y siguió el cable del teléfono hasta el baño, donde el pintor le recibió con una pícara sonrisa. El reportero de Life, Time Magazine y National Geographic había llegado hasta allí por mediación del también fotoperiodista Robert Capa. Picasso le abrió las puertas de su vida y, a cambio, Duncan le retrató en 10.000 ocasiones. Fueron amigos hasta la muerte del pintor, en 1973. Más de un centenar de esas instantáneas pueden disfrutarse hasta el 27 de enero en la galería Westlicht de Viena. "Disparé. Apreté el botón en el momento justo. Pero aquel no era Picasso. Era un infinito misterio". Así le califica Duncan, de 91 años.