Con sólo tres novelas (las dos primeras fueron Las lagartijas huelen a hierba y Bueyes y rosas dormían ), Cristina Sánchez-Andrade (Santiago de Compostela, 1968) ya ha forjado un universo novelesco particular y atractivo, cimentado en una saludable voluntad de originalidad y en una autoexigencia estilística que la convierten en una de las voces más personales y sugestivas del panorama narrativo.