Rodeado de su guardia pretoriana competitiva de los últimos años («ahí sigo por Fernan, Pablo, Alex y Javi, por esta gente que merece tanto la pena», proclama), continúa en los banquillos del fútbol sala extremeño Antonio Salguero Piñero (Talavera la Real, 2 de diciembre de 1961) . El entrenador dirige actualmente al Cáceres Uex, líder del grupo 4B de la Segunda División B. Y sigue feliz, haciendo algo que le motiva extraordinariamente a través de una conexión tan fuerte que se ha resistido siempre a abandonar, pese a haber amagado con ello en varias ocasiones.

«Cuando termine la temporada llevaré 31 seguidas», cuenta. El hombre-récord de este deporte en la región es pura pasión por el fútbol sala. «Termino a veces muy cabreado, aun ganando». Y bien que lo saben varias generaciones de jugadores que han estado con él al mando en una trayectoria que se inició en los equipos de la universidad, continuó con el Extremadura FS, pura historia, Badajoz, Casar y Malpartida.

Agradecido

AgradecidoSiempre al pie del cañón. Siempre inquieto. Siempre sufriendo. Siempre disfrutando. «Me quedo de estos 30 años cuando el capitán de uno de mis equipos me dijo: ‘gracias por haberme enseñado a jugar al fútbol sala, pero también por enseñarme a vivir’». Natural como la vida misma, se trata de un personaje muy reconocible dentro de la historia del deporte extremeño de las últimas décadas.

Antonio Salguero, que en los tiempos más boyantes de su deporte ha llegado a ser profesional del fútbol sala en el Extremadura y el Badajoz, donde asegura que le pagaban «el triple», compagina los banquillos con su trabajo como coordinador del Servicio de Actividad Física de la Uex (Safyde), aunque es evidente que lo suyo es entrenar. «Si subimos esta temporada, lo dejo. Quiero entrenar unos 4-5 años a los juveniles, quiero formar jugadores», proclama en su conversación con este diario. Veremos si lo cumple. Veremos si la fase de ascenso, que salvo catástrofe jugará, se le dan bien.

El Cáceres Uex está en la pelea por subir un peldaño, aunque en el camino haya momentos malos. El domingo pasado le ocurrió algo inaudito en su carrera. Perdió por 9-10 en el Multiusos ante el Alcorcón. «Nunca me había ocurrido lo de perder en casa metiéndome 10 goles ni remontarme con tres goles de ventaja». En efecto: «a falta de 7-8 minutos íbamos 8-5 ganano y yo sabía que no estábamos bien», comenta. «Un día puede estar mal uno o se producen algunos fallos, pero el domingo fallaron todos los jugadores. Les dije que analizaran qué habían hecho para que habláramos en el siguiente entrenamiento», cuenta.

Más tranquilidad

Más tranquilidadPese ese carácter irreducible, que a veces roza lo bronco, asegura que no es el mismo que hace un par de décadas. «Ahora soy más tranquilo, más analítico», afirma esta persona siempre correcta en el trato humano, alguien que fuera de las canchas habla en tono bajo, justamente lo contrario que cuando hay un balón de por medio. Ahí es otro.

Asegura que ha cambiado en algo, pero en lo sustancial cuentan que no es así del todo, que le hierve la sangre, que grita, que habla con contundencia, que abronca a sus jugadores a modo de terapia para motivarles. «Soy un competidor nato». Él mismo lo resume en una sentencia.

En todos estos años, algunos referentes en forma de nombres, aparte de sus cuatro favoritos nombrados en el inicio de este trabajo: Carlos Sierra, Baretta y Aarón. Y con ellos otros muchos, hasta cubrir una larga travesía de 30 años…