José Manuel Calderón fue recibido ayer por 3.500 personas en su pueblo, Villanueva de la Serena y supo de primera mano que recibirá otra medalla, la de su pueblo. La corporación municipal aprobó ayer, en el pleno institucional por el Día de Extremadura, iniciar el expediente de incoación para otorgársela. Fue un acto más dentro del recibimiento que le dispensó su pueblo.

Fue una jornada maratoniana para Calderón, su familia y los cientos de paisanos y vecinos de la comarca que se reunieron en la plaza de España de Villanueva para recibirle.

Calderón salió al balcón para saludarlos y participar en la izada de banderas. Agradeció a su pueblo las muestras de cariño y reconoció que "tener el premio de casa es el que más te llena". De manos del presidente de su peña, Pedro Carmona, recibió una escultura del también villanovense Antonio Ramos: una piedra del río Zújar desde la que partían raíces, que simbolizan las del jugador en esta tierra.

RECIBIMIENTO Todos buscaban un autógrafo o una fotografía con su ídolo, tanto que su salida del ayuntamiento fue toda una odisea e incluso tuvo que salir de nuevo al balcón para pedir que le abrieran paso. Luego, algo más tranquilo, aseguró que nunca pudo imaginar tal recibimiento.

"Es increíble que se haya juntado tanta gente para recibirme. Estoy encantado, es un día muy especial".

El jugador español aseguró que necesita tiempo para asimilar todo lo que le ha pasado. "De momento todo es celebración, pero no me doy cuenta de lo que hemos hecho, que es algo histórico".

A pesar de sus 25 años, su palmarés es impresionante. Sin embargo, cree que aún le queda mucho por hacer. "Me quedan muchísimas cosas por ganar y creo que se puede mejorar. Esto es un éxito pero me quedan el doble de años por jugar".

El jugador de los Toronto Raptors, que el domingo viajará de nuevo a Canadá, volvió a demostrar sus sentimientos hacia su pueblo. Así, viajó hasta la ermita de la Aurora para ofrecerle la Medalla de Extremadura. De nuevo cientos de personas le esperaban y no defraudó al finalizar su discurso de agradecimiento con un "Viva la Carrerita". Desde esta ermita se trasladó a la del patrón de Villanueva, Santiago, donde ofreció la medalla del Campeonato de Mundo.