El término club de alterne se asoció ayer al término homicidio otra vez en Don Benito. José Astillero Torres, un empresario jubilado de Don Benito, de 69 años de edad, aparecía en la madrugada de ayer muerto, amordazado, maniatado y con un golpe en la cabeza. Fue en las cercanías de los dos burdeles de la carretera de Medellín. Todos los indicios apuntan a una muerte violenta.

Según manifestó ayer el delegado del Gobierno en Extremadura, Germán López Iglesias, sobre la 1 de la madrugada de ayer se recibió una llamada anónima que informaba de la existencia de un hombre amordazado en las traseras de dos clubes de alterne en la carretera Don Benito-Medellín, concretamente en una casilla de campo que hay entre los dos prostíbulos.

Acto seguido, tras dicha llamada, agentes del Cuerpo Nacional de Policía se personaron en el lugar y confirmaron lo relatado por el comunicante anónimo. Hallaron un cadáver, que resultó ser el de José Astillero. A continuación activaron el correspondiente protocolo de avisos a forenses y personal del Instituto de Medicina Legal, así como al juzgado de guardia. El levantamiento del cadáver se produjo sobre las 3.30 horas de la madrugada.

AUTOPSIA El cuerpo fue trasladado al Instituto de Medicina Legal de Badajoz para la realización de la autopsia. Durante toda la jornada de ayer era visible un abundante despliegue de agentes en la zona en labores de recopilación de pruebas. Una cinta de la Policía impedía el paso, acordonando el acceso a los dos clubes, tanto al Edén (hace unos años Sandokán), como al burdel colindante, ahora sin nombre en su fachada, pero antaño conocido como Papillón.

Horas después del levantamiento del cadáver, la grúa municipal llegaba a la zona. Minutos más tarde salía de la zona acordonada remolcando un Mercedes. José Astillero había llegado por la noche a la zona conduciendo este vehículo.

Todos los indicios apuntan a una muerte violenta de Pepín, como era conocido popularmente en Don Benito. Fuentes de la investigación señalan que el fallecido era propietario del terreno, así como de los edificios de ambos burdeles. No los explotaba; los tenía alquilados a terceros. La Policía tiene abiertas varias líneas de investigación. No se descarta el móvil económico, ni incluso el pasional.

El juzgado de Don Benito se hizo cargo ayer de las diligencias de este caso, sobre el que se decretó secreto de sumario. La investigación trata de determinar las circunstancias que rodean este homicidio. En primer lugar se trata de esclarecer los motivos que sitúan a Jose Astillero en el lugar. Algunas fuentes apuntan a que llegó con su automóvil a la zona y estacionó el mismo entre ambos clubes con el propósito de cobrar el alquiler. También se trata de determinar si fue golpeado con algún objeto contundente y se trata de identificar y en su caso detener al autor o autores de ese golpe que resultó mortal. Asimismo se establecen incógnitas en torno a la llamada anónima que informó del hallazgo del cuerpo. En definitiva, un conjunto de interrogantes que deberán esclarecerse a medida que avance la investigación de este caso.

Tras serle practicada la autopsia en Badajoz, el cadáver fue trasladado anoche a Don Benito, instalándose la capilla ardiente en el tanatorio Mateos, en la salida de Don Benito hacia La Haba. El sepelio se oficiará esta mañana, a las 11.00 horas, en la iglesia de Santiago, en la Plaza de España dombenitense.

ESTABA JUBILADO Padre de varios hijos, enviudó hace unos años y, según los vecinos, mantenía una relación con una mujer de origen magrebí. Pepín Astillero estaba jubilado, aunque, según cuentan vecinos de la localidad, vivía del alquiler de varias propiedades. Estas mismas fuentes señalan que el finado sufría en los últimos tiempos importantes problemas de impago por parte de algunos inquilinos de los locales que poseía.

José Astillero era una persona bastante conocida en el entorno de la calle Luna y el barrio de República Argentina de Don Benito. Se dice que emigró a Alemania y que regresó a Don Benito con algunos ahorros. Residía en la calle Pizarro, calle que comunica la calle Luna y el comienzo de la ronda de Cánovas, al sur de la ciudad. Sus vecinos se refieren a él como una persona normal y educada. Aunque parte de la población pueda atribuirle una leyenda negra por los locales que poseía, aunque no explotaba, "Pepín era educado, siempre se ha comportado correctamente y aquí en nuestra calle nunca ha habido ningún escándalo. Es más, incluso consentía demasiado a algunos inquilinos que le debían varios meses", aseguran.