El Cuerpo Nacional de Policía sigue buscando al culpable o culpables de la muerte violenta de Jose Astillero Torres, el empresario jubilado de Don Benito cuyo cadáver fue hallado en la madrugada del martes al miércoles en las cercanías de dos burdeles de la carretera que une dicha localidad con Medellín, el Edén y el antiguo Papillón.

Jose Astillero, Pepín, como era conocido en Don Benito, fue encontrado amordazado, maniatado y con la cabeza golpeada. Aunque la autopsia practicada el mismo miércoles en el Instituto de Medicina Legal de Badajoz no confirma si la muerte se debió a los golpes que presentaba el fallecido en la cabeza, los indicios apuntan a una muerte violenta.

Los pronunciamentos de la autopsia están pendientes de los resultados de las muestras biológicas que se han enviado al Instituto de Toxicología de Sevilla, así como de los análisis de los vestigios --cuerdas y otros materiales-- que se han remitido a la Unidad Científica de la Policía Nacional de Madrid.

El móvil del homicidio puede ser económico, no descartándose otras líneas de investigación, incluso se habla de móvil pasional. También se investiga el misterio en torno a la llamada telefónica anónima que informaba en primera instancia de la existencia del cadáver de Pepín en las traseras de los prostíbulos, habiendo trascendido que pudo realizarse desde un teléfono público de fuera de Don Benito.

Por otra parte, caras lógicas de consternación en el funeral oficiado en la mañana de ayer en la iglesia de Santiago de Don Benito por el eterno descanso del empresario jubilado de esta ciudad cuya muerte ha pasado a engrosar la crónica negra dombenitense en torno a los clubes de alterne de este municipio.

FUNERAL Pasadas las 11 de la mañana llegaba a la iglesia el féretro procedente de un tanatorio de la ciudad y era introducido en el templo por diversos familiares y amigos. Tras oficiarse el sepelio, las escenas de dolor eran nuevamente visibles en los más allegados a la salida del ataud con los restos mortales de este vecino de Don Benito. El féretro fue conducido al cementerio. Tras el vehículo, andando, iban diversos allegados del difunto.

Tal como publicó ayer este periódico, Pepín era propietario del terreno donde se encuentran ambos burdeles. No los explotaba; los tenía alquilados a terceros. El juzgado de Don Benito se ha hecho de las diligencias de este caso, sobre el que se ha decretado secreto de sumario. La investigación trata de determinar las circunstancias que rodean este homicidio.

En primer lugar se trata de esclarecer los motivos que sitúan a Astillero en el lugar. Algunas fuentes apuntan a que llegó con su automóvil a la zona y estacionó el mismo entre ambos clubes con el propósito de cobrar el alquiler. También se trata de determinar si fue golpeado con algún objeto contundente y se trata de identificar y en su caso detener al autor o autores de ese golpe que resultó mortal.

Padre de varios hijos, enviudó hace unos años y, según los vecinos, mantenía una relación con una mujer de origen magrebí. Pepín Astillero estaba jubilado, aunque, según cuentan vecinos de la localidad, vivía del alquiler de varias propiedades. Estas mismas fuentes señalaron que el finado sufría en los últimos tiempos importantes problemas de impago por parte de algunos inquilinos de los locales que poseía. Astillero era una persona bastante conocida en el entorno de la calle Luna y el barrio de República Argentina de Don Benito.