El salón de plenos de Don Benito se volvió pequeño el pasado jueves a la hora de rendir tributo a los sacerdotes Juan y Emilio Bravo. Dos hermanos naturales de Trujillo, pero que debido a su entrega por la ciudad dombenitense recibieron, tras la petición de dieciocho colectivos locales, el título de Hijos Adoptivos de la localidad.

En la sesión extraordinaria donde se hizo efectivo el nombramiento, intervinieron diversas personalidades, autoridades y representantes de colectivos.

El cronista oficial de Don Benito, Diego Soto, dijo que los hermanos Bravo "pasarán a los anales de la historia de nuestra ciudad". María Victoria López, presidenta de Medicus Mundi Extremadura, una ONG que fundó en Don Benito Juan Bravo, precisó que en realidad "más que hijos adoptivos, tendrían que ser padres adoptivos, pues han consolado a muchos hijos de esta ciudad".

Gallego, desde Madrid

Hasta el propio alcalde Mariano Gallego, a través del concejal Santiago Merino, hizo llegar desde Madrid unas palabras y expresó su satisfacción por el hecho de que "Don Benito se enriquezca al contar con dos nuevos hijos ilustres".

Por su parte, el portavoz del PSOE, Julio Carmona, y el alcalde en funciones, Juan Bravo, coincidieron en resaltar los valores humanos de ambos.

En último lugar intervinieron los homenajeados, Juan y Emilio Bravo, que volvieron a hacer gala de su humildad. En este caso, recordaron la figura de su madre, que "hizo el papel de madre y de padre a la vez", y de su hermana Rafaela. Al mismo tiempo significaron que "la ciudad de Don Benito se merece nuestra gratitud".

Durante los 20 años que fueron párrocos de la iglesia de Santa María, los dos hermanos compusieron la letra y música del himno de Don Benito, siendo ambos también promotores de la creación del centro de acogida de transeúntes de Cáritas.

Además, don Emilio, que ahora es sacerdote en Madrigalejo, fue promotor del conservatorio municipal de música; mientras que don Juan también fundó la ONG Amigos de la Paz y la Salud , con sede en Don Benito, que trata de escuchar, tranquilizar y relajar a los enfermos. Atiende a la semana a un centenar.