Se llama Narcissus vitekii, se localiza en San Martín de Trevejo (Cáceres) y es el extraordinario descubrimiento del investigador dombenitense Pedro Escobar García. Con este nombre científico se identifica una variedad de narciso no descubierta hasta ahora y que se halla en el Valle del Jálama, en Sierra de Gata.

La revista especializada Phitotaxa, publicación experta y fiscalizadora de este tipo de descubrimientos botánicos a nivel internacional, ha atribuido, tras un riguroso dictamen de su comité de expertos, la autoría del hallazgo a este extremeño de 38 años, doctor en Biología.

El Narcissus vitekii probablemente haya sido divisado con anterioridad por muchos lugareños, e incluso fotografiado, porque se localiza en un sitio muy transitado, pero lo que no había hecho nadie hasta ahora es preguntarse ‘¿esto qué es?’ y describirlo formalmente. Pedro Escobar García sí que lo ha hecho, lo ha comparado con otras especies ya descubiertas, lo ha documentado y finalmente lo ha registrado.

Escobar relata que en el 2017 estaba de ‘caza’ de plantas por el oeste de España, que es donde se halla la más alta concentración de narcisos de la península Ibérica, en el valle del Jálama, cerca de San Martín de Trevejo y estaba buscando narcisos. «En este lugar hay seis especies juntas y esto no lo hay en ningún lugar del mundo y ahí me fui para documentar estas flores. Se trata de especies que se diferencian por los colores, por los pétalos, por el tamaño, por la época de floración, por su hábitat (unas viven en las rocas, otras en el bosque al lado del río...)», cuenta

«Estaba fotografiando narcisos y dije, pero esto qué es, se parece a una flor que hay en el valle del Mondego, en Portugal, pero no es, observé la forma de la corola y las hojas grises, a diferencia de otras flores que son verdes. Hay una especie similar en el sur de España, en los sistemas béticos, y en Portugal, pero era distinta. Y no era solo una, eran miles, viven en la ladera de la montaña, al lado de matorral, entre sol y sombra, pero más bien al sol», relata.

Se ven desde el camino. «En un primer momento supe que no estaba descrita, pero no si se trataba de una especie, una variedad o qué era. El proceso fue llevar varios ejemplares al jardín botánico y al herbario para estudiarlos y compararlos. Hay que llevar todo documentado y fotografiarlas con referencias de tamaño. Es un trabajo muy exhaustivo porque hay cinco millones de plantas secas en el herbario donde trabajo. Empecé a medir todas las características. Después de todo ese estudio descubrí que esta planta es más diferente a las especies conocidas descritas y reconocidas por la comunidad. Eso da a entender la magnitud del descubrimiento».

Tras una primera fase de análisis, descripción, documentación y comparación, la fase dos es la publicación. «Envié un artículo a una revista científica internacional Phitotaxa, que tiene un comité editorial que evalúa y proclama especies nuevas y, finalmente, hace un mes el artículo ya se ha publicado».

Ahora llega la fase 3: determinar cuál es la distribución total de la planta, su número de individuos, si existen más poblaciones, viabilidad de la especie, si produce pocas o muchas semillas. «Estamos haciendo censos, cómo se reproduce...», detalla.

La planta crece «un poco» también en la provincia de Salamanca porque el Jálama está en el límite de esta provincia con Cáceres y «hay plantas que tienen una hoja en Salamanca y otra en Cáceres», pero es una joya única de la Sierra de Gata, asegura.