Por mucho que imaginemos; por mucho que se nos ponga la piel de gallina y por muchas lágrimas que resbalen sobre nuestras mejillas no lograremos hacernos a la idea del inmenso horror que sufrieron miles y miles de prisioneros en el campo de concentración de Mauthausen (Austria).

En este campo y en el centro de exterminio de Gusen, anexo al primero y también en territorio austriaco, bajo la dominación de Hitler, estuvieron prisioneros 292 extremeños; 215 de ellos procedían de la provincia de badajoz y 77 de la provincia de Cáceres.

De estos 292 extremeños, 43 correspondieron a poblaciones de La Serena y las Vegas Altas y de ellos murieron 32 en esos campos del terror, mientras que once sobrevivían tras la liberación por parte de las tropas aliadas.

El listado con esos 43 prisioneros de La Serena y las Vegas Altas al que ha tenido acceso EL PERIODICO EXTREMADURA contiene nombres como los de Manuel Arena Murillo (Benquerencia de la Serena), Joaquín Calderón Rodríguez, José Domínguez Calvo y Agustín García-Risco Claro (Cabeza del Buey), Gerónimo López Fernández y Francisco Sánchez Custodio (Castuera), Ramón Orejudo Orellana (La Coronada), Luis Alvarez Palomero, Ramón Cerrato Ramos, Luis Caparro Rodríguez, Vicente Díaz Capilla, Felipe Gómez Rodríguez, Manuel Lama Barjola, Juan Nieto Cerrato y José Quirós González (Don Benito) y Cándido Benítez Bastías, Leopoldo Caballero Dávila, Pedro Campos Cáceres y Manuel Rosa Villar (Esparragosa de la Serena).

Además, en ese mismo listado figuran José Barrero Román, Santiago Isidoro Rodríguez, Federico López, Mateo Palmarín Moruno, Pedro Pascual Monago, Valentín Pérez Palomares y Antonio Ramos Ortega (Guareña), Julián Capilla Manzano (La Haba), Pedro Merino Romero (Higuera de la Serena), Félix Donoso Donoso (Magacela), Domingo Calderón Algaba (Malpartida de la Serena) y Diego Benítez Tejada, Cecilio Hidalgo Martín, Tiburcio Murillo Guisado y Lorenzo Trejo Romero (Quintana de la Serena).

Por último, etres esos 43 están los nombres de Juan Fácila Nieto y Juan Gómez Rebollo (Santa Amalia), Ezequiel Jara Doblado (Zalamea de la Serena) y José Atanasio González, Francisco Carmona Casilla, Juan García Acedo, Pablo González Escobar, Andrés Olivares Barjola y Juan Sánchez Santos.

Esos 43 nombres propios son sinónimos de 43 historias de horror. Una de esas historias es precisamente la del último prisionero citado, Juan Sánchez Santos. Más de medio siglo después de su muerte, su sobrino Juan José Sánchez Tejeda, ha rescatado del olvido la historia de ese nombre propio, uno de tantos que murieron en Mauthausen. Juanjo, como es popularmente conocido, es un empresario con raíces en Villanueva de la Serena, pero establecido ahora en Don Benito. Juanjo es un hombre inquieto.

El origen del estudio

Esa inquietud le lleva no solo a dedicarse a su empresa, sino a ser actor de teatro y miembro de la Rondalla Pulso y púa. En 2006 nació en él una nueva inquietud, la investigadora. Ese año, Juanjo asistía a una conferencia sobre la Memoria Histórica en Villanueva de la Serena. En dicha charla salió a relucir el nombre propio de Juan Sánchez Santos, su tío, como uno de los villanovenses fallecidos en Mauthausen. Comenzaba entonces el gran reto de Juanjo por conocer la historia de horror existente detrás del nombre propio de su tío Juan. Un reto que le ha conducido a visitar recientemente el campo austriaco del horror.

Juan Sánchez Santos había nacido en Villanueva en 1918 y murió en 1941 en Gusen, a los 23 años. Fue el segundo de los seis hijos que tuvieron José Sánchez-Bendito Reyes y Adela Santos Ramos. "Al acabar la guerra, dos sobrevivían. Uno de ellos, mi padre. Tres habían muerto y uno estaba en paradero desconocido, mi tío Juan", relata Juanjo.

El prisionero 87.237 en Mauthausen había sido guardia de asalto de la República en Barcelona. Exiliado en Francia, luchó con la Resistencia gala contra los alemanes hasta que fue capturado por las tropas de Hitler y llevado a Mauthausen. "Allí muere, probablemente de hambre y frío", añade Juanjo. Sin embargo, hubo que esperar a la década de los 60 para conocer la comunicación oficial de su fallecimiento ."Yo era pequeño cuando comunicaron a nuestra familia que mi tío Juan había muerto en Alemania. Sin embargo, mi abuela no llegó a saber de qué murió su hijo mi tío".

La abuela Adela siempre vivió con la esperanza de ver regresar a su hijo Juan. Ante cualquier ruido inesperado en las calles de Villanueva de la Serena, Adela salía a la puerta de su casa sin explicar las razones de su actitud, esperando probablemente que alguna vez uno de esos ruidos correspondiese a su regreso.

La curiosidad del sobrino

Adela muere en los años 70, a los 92 de años, y años después se despierta en su nieto Juanjo la enorme curiosidad en descifrar su árbol genealógico y conocer lo que en vida no supo su abuela, es decir, cómo y dónde murió su tío. A raíz de los datos aportados en aquella conferencia, Juanjo se propone un reto principal: viajar a Mauthausen. Hace poco, vio cumplido ese propósito en compañía de su mujer, Amparo.

Visitar los barracones, los patios, las cámaras de gas y recorrer los 186 peldaños de la muerte que los presos tenían que subir cargados de piedras y desnutridos ha sido una experiencia única para esta pareja.

El campo de Mauthausen y su anexo de Gusen fueron los primeros de una red de exterminio que se extendía por toda Austria y el Sur de Alemania. Se cree que el número de víctimas de dicha red pudo alcanzar las 300.000.

El trabajo en este campo se basaba en una cantera de granito donde los prisioneros llegaban a morir trabajando. Mauthausen es conocido también como el campo de los españoles debido al gran número de republicanos que acabaron allí deportados tras su exilio y su posterior captura cuando combatían al lado de la Resistencia gala.