La situación del área sanitaria Don Benito-Villanueva, y más concretamente del hospital comarcal, se agrava. Si hace unos días se conocían los problemas en oncología, ahora son los profesionales del servicio de Cirugía Ortopédica y Traumatología los que han salido a la luz pública a denunciar el importante déficit de profesionales de este departamento. «Trabajamos en el Servicio de Cirugía Ortopédica y Traumatología del Hospital Don Benito-Villanueva y, poco a poco, nos desvanecemos como servicio», indicaban ayer en un comunicado estos especialistas.

Las listas de espera de consulta y quirófano aumentan y la plantilla disminuye, alegan. «Se ha trabajado muy duro, durante muchos años para conseguir calidad asistencial. Se ha trabajado muy duro, durante muchos años, para que dicha asistencia pueda llegar hasta el último pueblo de la comarca (que, a pesar de pertenecer a la España vaciada, existe y sus habitantes enferman igual). Se ha trabajado muy duro. Muchos años. Y no podemos creer que ese trabajo esté empezando a no servir para nada», manifiestan.

En seis meses, el servicio de Traumatología ha perdido casi un tercio de la plantilla, poco a poco. «Teníamos la esperanza de que con las cuatro plazas que salían de la oposición de este año, alguien vendría a echarnos una mano. Pero nos equivocamos. No salió ninguna plaza en nuestro hospital. Nos hemos quejado de la situación y no ha servido de nada», añaden.

Los traumatólogos exponen que «nadie quiere venir a trabajar con nosotros: los contratos largos no atraen a los que quieren hacer del nuestro un hospital de paso; los contratos cortos no atraen a nadie. Intentamos, como encantadores de serpientes, hacerlo atractivo. Lo es. Pocas cosas enseñan más que trabajar en un hospital comarcal. No disponemos (obviamente) de los mismos medios que un hospital grande, pero lo intentamos igual. Porque los pacientes son los mismos».

Según estos profesionales, cada semana cambian la perspectiva, dan una vuelta a todos sus horarios para poder ver a todos los pacientes que lo necesitan, para poder operarlos y ver qué tal ha ido su operación. Su fractura. Su herida. Su dolor. «Nunca nos cuadran los números. Mareamos al personal administrativo, a la enfermería, a los auxiliares. Cuando parece que hemos dado con la solución, los números vuelven a comernos. No es suficiente. Y vuelta a empezar», apostillan.

Los especialistas dicen vivir «en un ‘sudoku’ perpetuo de guardias, quirófanos en los que faltan manos, consultas en las que falta tiempo. Nos multiplicamos geográficamente (cubrimos cuatro puntos de consulta separados hasta por 75 kilómetros). Carretera arriba y abajo. Radiografía arriba y abajo. Volvemos a darle una vuelta al horario, faltan pacientes por ver. Se nos acumulan las reclamaciones por lista de espera. Y no encontramos a nadie que quiera venir a trabajar con nosotros. Estamos solos». Asimismo dicen ser sabedores de que las guardias de verano, en el área Don Benito-Villanueva, que casi triplica su población, son peores que las de ahora. «Es una condena ser paciente», señalan.