El director de la residencia Alonso de Mendoza, Joaquín Pineda, ha vivido este confinamiento pendiente y velando las 24 horas del día para que no saltara ningún caso, estando siempre pendiente del móvil y de las incidencias que pudieran ocurrir en el centro. «Por las mañanas salía de casa nervioso como si fuera a la guerra. Cuando estás en continuo estado de alarma, al pie del cañón, uno tiene la sensación de estar en primera línea de fuego. Tenía que velar por nuestros mayores y tranquilizarlos, pero también, como no, cuidar todo lo posible al grandísimo equipo de profesionales que en ningún momento se ha puesto de perfil durante una situación tan angustiosa como la que hemos vivido. Siempre han dado la cara para cuidar a nuestros mayores y que no hayamos tenido ningún contagio».

Pineda señala que «cada día, la jornada terminaba en un grupo de whatsapp donde estamos todos los profesionales del centro, donde se informa de posibles incidencias y desde donde traté de recordar que se extremaran las medidas de seguridad al mismo tiempo que escribían palabras de aliento y agradecimiento para intentar aliviar esta angustiosa situación que hemos vivido durante estos días, acabando siempre con el mensaje que se ha convertido en nuestro eslogan durante lo más duro de la pandemia: ‘Un día más, un día menos’».

El funcionamiento del centro sufrió cambios importantes. Los trabajadores adaptaron sus horarios y planillas y mantuvieron las medidas de distanciamiento y de contacto.