Si nos atenemos a su definición, un cementerio es un recinto destinado al enterramiento de cuerpos sin vida. Si el diccionario tuviera una acepción en castúo, podría decir también: "dícese de un recinto que alberga algunas formas de vida vegetal de la familia de las cucurbitáceas, llamadas sandías; ejemplo, el cementerio de Don Benito".

Sí, han leído bien, porque el crecimiento de una mata de sandías en el camposanto dombenitense está siendo estos días la comidilla en los corrillos.

La planta ha crecido en todo el centro del cementerio, en la zona de panteones. Su aspecto es frondoso, con varios frutos, tres de un importante tamaño que por su aspecto parece que están listas para ser comidas. La mata ocupa el espacio aproximado de una tumba, aunque en el sitio exacto en el que se localiza no hay cadáver alguno enterrado; sí en cambio panteones anexos.

A estas alturas del reportaje, muchos se preguntarán cómo ha llegado a nacer esa planta ahí. Se dice que la plantación ha crecido de forma casual y silvestre debido a algunas aves que revolotean el lugar y que tienen como costumbre enterrar semillas. Hay quienes hablan de alguna complicidad desde el interior del recinto para su crecimiento.

Sea como fuere, el filón de chascarrillos es abundante. Algunos lo empiezan a llamar el cemenhuerto porque en años anteriores creció también una tomatera. Otros hablan de unas sandías de muerte o con sabor de otro mundo y hay quienes destacan la calidad del abono, dicho sea con respeto, claro.