La presencia de unos 150 inmigrantes ilegales acampados en Valdivia está empezando a causar problemas de convivencia en esta entidad local menor de Villanueva. El alcalde Inocencio Fernández alertó ayer de esta situación y mencionó a rumanos, polacos y búlgaros, que con sus enfrentamientos y peleas entre sí están creando inseguridad entre los vecinos.

Fernández recalcó que estos inmigrantes llegan "a la sombra de otros compatriotas que vienen a trabajar y a buscarse la vida, y que están más o menos integrados". Ayer envió un escrito a la delegada del Gobierno para "que no recaiga todo en los alcaldes de pueblos tan pequeños".

La gota que ha colmado el vaso ha sido el último incidente. Tuvo lugar el pasado sábado y se saldó con un hombre detenido. Ocurrió cuando esta persona, ebria y portando un cuchillo de grandes dimensiones, llegó hasta una terraza de verano buscando venganza contra otra que le habría agredido. Según el alcalde, el hombre tuvo que ser inmovilizado por los vecinos que tomaban una copa y otros inmigrantes que acudieron en ayuda hasta que llegó la Guardia Civil.

Antes de este incidente, ya se habían producido otros enfrentamientos, en los que dos grupos enfrentados recorrieron una terraza lanzando sillas ante la mirada de los vecinos. Los robos también han sido frecuentes en el último mes. Fernández reconoció que había habido una ola de sustracciones en viviendas y, sobre todo, en naves agrícolas, de las que habían robado maquinaria y motores. El último robo ocurrió el amanecer del domingo en un bar. "Los agricultores no pueden contratar a estas personas porque no tienen papeles y tienen que robar para vivir".

EN LA CALLE Los sin papeles se han instalado en la ronda Este, cerca de la Crex. Allí han creado un asentamiento, donde prenden hogueras y han levantado tiendas de campaña y dispuesto colchones en el suelo, mientras otros viven hacinados naves agrícolas, sin luz, agua ni aseos, lo que deja basura y suciedad.

Fernández recalcó que no es un caso de racismo ya que "los valdivianos, y los extremeños en general, son las personas más tolerantes, pero todo tiene un límite cuando empiezan a temer por su integridad física". De hecho, el alcalde reconoce que muchos vecinos entregan a los inmigrantes ropa usada y les ayudan en lo que pueden. Además, considera que "son seres humanos y no se les está tratando como tales". Fernández dijo que en varias ocasiones han solicitado ayudas para que se les dé alojamiento en algún albergue, pero no ha obtenido respuesta.