La bandera era roja y el socorrista no dejaba de silbar y hacer gestos a algún bañista que cada vez se alejaba más de la orilla. "A veces dejo que se vayan un poquito para que se den cuenta que es peligroso y así lo cuenten a los otros", decía el socorrista en cala Sant Vicens, una playa de Mallorca, sin dejar de observarlos.